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Miles de indios acampan frente a la Casa Blanca

La «larga marcha» de los indios norteamericanos, un acto de protesta contra la discriminación y de rechazo a una serie de proyectos de ley considerados perjudiciales por los pobladores originarios de Norteamérica, alcanzó el sábado su meta cuando unas 5.000 personas desfilaron por el centro de la capital federal hasta las cercanías de la Casa Blanca.

Al ritmo de tambores de piel y entonando monótonos cantos funerarios, los manifestantes indios, a los que se habían unidos personas de raza blanca y negra, iniciaron con su desfile una serie de actos de protesta que durarán una semana. Entre los manifestantes destacaba un grupo de monjes budistas japoneses que acompaña a la comitiva desde hace varios días.Una veintena de «tipis», las tradicionales tiendas de campaña indias, se instalaron en un parque situado en el centro de la capital, muy cerca de la Casa Blanca y del monumento a Abrahán Lincoln. Allí pernoctarán casi un centenar de jefes indios y de dirigentes religiosos, que mantendrán una vigilia de cuatro días. Es la primera vez, desde 1968, que las autoridades conceden permiso para acampar en los parques del centro de Washington, desde que el reverendo Martin Luther King estableciera en dicho año la famosa Resurrection City.

Ernie Peters, un indio sioux de 52 años de edad, es el líder del movimiento indio y el principal organizador de la marcha, destinada a conmemorar el progresivo exilio de los indios hacia el oeste norteamericano y su reclusión en reservas durante el siglo pasado.

Cinco mil kilómetros

La «larga rriarcha» se inició el 11 de febrero pasado en California y sólo una veintena de los participantes iniciales han conseguido recorrer a pie los casi 5.000 kilómetros que les separaban de Washington. El resto de los manifestantes llegó hace unos días a los alrededores de la capital para sumarse a la marcha, que desfiló ayer por el centro, y participar en los actos de protesta de la semana próxima.El alcalde de la ciudad, Walter Washington, declaró ayer el «Día de la Larga Marcha» y ofreció las llaves de la capital a los organizadores de la protesta. Las autoridades colaboraron con los manifestantes al suministrar servicios sanitarios y médicos, cocinas y unidades de refrigeración. El grueso de los manifestantes se instaló fuera de la capital y se trasladará a diario a la misma en autobuses escolares prestados por ayuntamientos cercanos.

Hasta el momento no se habían producido incidentes ni se espera que tengan lugar, a diferencia de la protesta protagonizada por los indios en 1972, que concluyó con el asalto al buró de asuntos indios y el robo de documentos confidenciales, que luego fueron filtrados a la prensa.

Portando la clásica pipa de la paz, cargada con tabaco ceremonial, los dirigentes indios quieren llamar la atención de la opinión pública sobre una decena de proyectos de ley que supondrían la derogación de los tratados en vigor y un nuevo expolio de las escasas riquezas naturales que conservan algunas reservas indias.

Aunque no hubo un Interés desmesurado entre los habitantes de Washington hacia la «larga marcha», sus participantes fueron recibidos en general con muestras de simpatía, algunos aplausos y la incorporación de nuevos manifestantes pertenecientes a las minorías negra e hispánica. Uno de los lemas más coreados por los manifestantes era el de «si no le gustan los impuestos, devuelva el país a los indios». Los próximos días la protesta llegará hasta las puertas del Capitolio, el Tribunal Supremo, la Casa Blanca y la sede central del FBI.

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