Una deliciosa recreación
Los personajes de ficción suelen morir con sus creadores, pero, felizmente, no siempre es así. El cine, en este sentido, es el resucitador por excelencia. Antes de que Nicholas Meyer devolviera la vida al archipopular detective creado por Sir Arthur Conan Doyle, Billy Wilder, y su inseparable co-guionista I. A. L. Diamond, ya lo hicieron en esa obra maestra de gusto, tono, inteligencia y perfeccionismo que es La vida privada de Sherlock Holmes (1970) y, antes que todos ellos, fue Enrique Jardiel Poncela quien, por vez primera, resucitó a Sherlock Holmes en unos brevísimos y crípticos relatos. The seven-per-cent solution es la primera de las dos novelas consagradas por Meyer a Sherlock Holmes, y ha sido él mismo el encargado de adaptarla para la pantalla. La dirección ha corrido a cargo de Herbert Roos, habitual buen director de mejores guiones. En la película que el encuentro de ambos ha producido se dan cita la voluntad de recreación, el gusto por los mitos del pasado, el guiño al espectador y el amor a los géneros. Comedia policíaca de acción, en Elemental, doctor Freud... convergen también el cine de viajes, el de aventuras y hasta el psicológico. Tan exhaustiva mezcla sólo tiene un fin: proporcionar una hora y media de placer y diversión, frívolo, pero primitivo, precepto que, afortunadamente, parece estar recobrando en los últimos años su perdida vigencia para espanto y castigo de pesados, trascendentes, amateurs del mensaje y mercenarios de la seriedad forzada. En Elemental, doctor Freud..., junto a la habitual troupe de Holmes -el doctor Watson, la señora Hudson, el profesor Moriarty, el hermano Mycroft...- encontramos a un invitado de excepción, el joven médico vienés Sigmund Freud. La misión de éste consiste en curar a un Sherlock Holmes prácticamente acabado de su total dependencia de la cocaína, que éste se inyecta en una solución del 7% con agua. Pero las cosas se complican y Freud se convierte en un insustituible ayudante de Holmes en la investigación de uno de sus más retorcidos casos. La película es la historia de esta colaboración. Así, pues, estamos ante un filme cuyo tema es la amistad, una amistad que nace y crece durante el trabajo en común, tema profundamente hawksiano y el más bello de filmar de cuantos conozco. Liliana Cavani es una negada al respecto. Además de plasmar maravillosamente la complicidad entre Holmes, Watson y Freud, Meyer y Ross reinciden en el tema de la ambigüedad sexual de Holmes -ya tratado por Wilder en La vida privada... - de cuyas causas nos ofrecen una más que aceptable versión. La bailarina Lola Devereaux (Vanessa Redgrave) retoma la función que tenía la fascinante Gabrielle Valladon (Geneviéve Page) en la versión de Wilder, pero con una importante diferencia: aquí la mujer no es la amante-rival cuya abrumadora inteligencia llegaba a poner en entredicho la del propio Holmes, ya que el papel de amigo-rival-colaborador ha sido asignado al personaje de Freud. Lola Devereaux y Holmes tienen otra cosa en común: los dos son cocainómanos y la puerta que Meyer deja abierta a un hipotético futuro común es también la puerta de su curación.
The seven-per-cent solution
Director: Herbert Ross. Guión: Nicholas Meyer, basado en su propia novela. Fotografia: Oswald Morris. Música: John Addison. Intérpretes: Nicol Williarmon, Robert Duvall, A lan Arkin, Vanessa Redgrave, Laurence Olivier, Joel Grey, Samantha Eggary Charles Gray.Inglesa, 1976. Local de estreno: Conde Duque
En cuanto al reparto, Nicol Williamson suple a base de nervio la elegante compostura de Robert Stephens, junto a un correcto Alan Arkin (Freud) y un soberbio Robert Duvall (Watson). Laurence Olivier hace una afectada caracterización de Moriarty y Joel Grey crea un esbirro malvado cuyo aspecto hace pensar en Toulouse-Lautrec. Vanessa Redgrave nunca podrá competir con Geneviéve Page...
Babelia
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