Los equipos nacionales se hunden por los abandonos y las expulsiones
El esquí alpino español atraviesa una época dramática en todos sus campos. Si no se da una rápida solución a sus muchos problemas, la situación puede llegar a ser inquietante, cara ya a la próxima temporada. Los equipos nacionales, después de la pasada temporada, han sido diezmados: unos han sido expulsados por su supuesta «incompetencia» y otros se han marchado por aburrimiento y cansancio. Los entrenadores no cuentan con el apoyo general, ni parecen ser los más idóneos para esta labor. Y, por si todo esto fuera poco, algunas federaciones regionales están en total desacuerdo con la dirección de la FEDI en Madrid.En efecto, lo más importante para la FEDI, tanto a nivel de competición como de publicidad de este deporte, deberían ser los equipos nacionales. Después de la catastrófica temporada pasada, en la cual las viejas figuras han seguido dando más de lo que pueden y las futuras promesas han despuntado algo con mil sudores, los equipos se han desmembrado por una serie de razones.
El presidente del Comité Alpino de la FEDI, señor Martos, dice que los corredores están contentos. Sin embargo, esta apreciación no es del todo exacta. Los significativos abandonos de esta temporada (Ros, Armengol, Puig, etcétera) y las opiniones de algunos de ellos no contrastan con esta afirmación. Precisamente, la misma Montserrat Puig nos comentaba que «estaba cansada de esquiar, de la gente, del equipo..., de todo». Resulta, por tanto, notable el contraste entre las palabras de Martos y de una de las mejores esquiadoras que había en el equipo. Hay que detenerse a reflexionar sobre por qué una muchacha de veinte años, en plena euforia deportiva, tenga tal cansancio de esquí. La vida del corredor es demasiado sacrificada y dura como para, todavía, ponerles en «situaciones tope » que les hacen llegar a este estado de laxitud en plena juventud.
Los separados del equipo, según Martos, han sido Carlos García Oliver y Pablo Bergua. Igualmente nos informó de la baja de Jaime Ros, solicitada por él mismo (pasando a ser director de entrenamiento en el colegio de Viella), y Teodoro Armengol, el «oriundo» en quien tantas esperanzas habían depositado los aficionados. Al parecer, dice Martos, «se ha vuelto a Estados Unidos, ya que su mentalidad no estaba preparada para estar dentro de los equipos nacionales, y tuvo problemas». Sin embargo, al parecer, jamás se pensó en echarle, porque «valía mucho. Tenía madera de campeón».
Respecto al abandono de Montserrat Puig, dijo que «bastante desmoralizada al haber alcanzado su techo como deportista y verse superada por las niñas del colegio de Viella, optó por abandonar».
Sobre este tema, la misma Montse Puig opina que no cree haber alcanzado su techo y, como dice Martos, piensa que todavía podía haber llegado más lejos. «Las circunstancias, sin embargo, me han cansado, y no quiero esquiar.»
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