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El descenso de inflación y paro, el estímulo del ahorro y la paz social justifican el control de rentas

Los problemas actuales de la economía española y la propia experiencia disponible. convierten a la política de rentas, esto es, a la fijación de normas para el crecimiento de las diferentes rentas y particularmente las salariales, en un componente indispensable de cualquier programa de política económica. Carácter ineludible que se manifiesta, al menos, desde cuatro perspectivas diferentes:Empleo

1 . En el frente de la aspirada elevación de empleo: el crecimiento de los salarlos reales tiene un influjo negativo sobre el nivel de ocupación. para una misma tasa de crecimiento de la producción.

Cualesquiera que sean las variables ensayadas para predecir y explicar el nivel de empleo de una sociedad y las técnicas estadísticas, que se utilicen para estimar las relaciones funcionales existe unanimidad en afirmar, por todos los economistas, que cuanto mayor sea el crecimiento real de los salarios, menor será el nivel de empleo que genera un mismo incremento de la producción.

Esta relación no es inconcreta. Tiene valores y cifras para el caso de la economía española. El Banco de España estimó -en 1976- que un incremento trimestral del 1% en los salarios reales origina un crecimiento del 1,48 % en el paro del mismo trimestre y un aumento del 8.22% del paro a largo plazo.

El crecimiento de los salarios reales produce, pues, una reacción clara en la empresa que intensificará el uso del capital sustituyendo el trabajo encarecido por el capital. El crecimiento de los costes salariales abre la búsqueda de nuevas tecnologías por parte de la empresa que permitan el desarrollo de la productividad, búsqueda que se ha resuelto en nuestra economía a través de formas de desarrollo de la producción, con mayor utilización de capital que de trabajo, lo que no responde a las disponibilidades de mano de obra mucho mayores que las de capital y lo que se acusa en las cifras de ocupación y paro.

Inflación

2. Vista desde la perspectiva de la inflación, la política de rentas resulta, asimismo, ineludible. La inflación de costes que ha dominado en todos los países, tras la crisis de los setenta, ha estado alimentada por la ausencia de una política de rentas que hiciera accesibles precios menores, cortando las expectativas inflacionistas y el proceso de anticipación salarial. En este sentido, la reciente experiencia de los acuerdos de la Moncloa ha hecho evidentes los efectos de la política de rentas sobre el proceso de anticipación inflacionista.

Ahorro, e inversión

3. La política de rentas es también un instrumento indispensable para elevar la cuota de ahorro-inversión que requiere el crecimiento de la producción y del empleo. La moderación del crecimiento salarial y de las otras rentas es un medio de evitar incrementos excesivos del consumo privado, liberando así recursos que puedan dirigirse hacia la formación interior de capital.

Es cierto que la alimentación del consumo privado -exige algo más que política de rentas y que las políticas monetaria y fiscal han de jugar un papel importante en esa desviación de recursos desde el consumo hacia el ahorro y la inversión productiva.

Una de las claras razones de la precariedad del crecimiento económico español de los últimos años es, precisamente, el estar cimentado sobre un consumo creciente a ritmos mayores que la propia producción nacional, mientras que correlativamente las tasas de crecimiento de la inversión tomaban signo negativo.

Desde un punto de vista social, defender una moderación salarial para estimular la generación de inversión productiva es una postura poco popular. En este sentido, sin embargo, es preciso partir de las coordenadas reales en que está inscrita la economía española, huir de cualquier expresión demagógica y afirmar que la sociedad española debe ser consciente de que sin una restauración del excedente empresarial será imposible contar con una recuperación del proceso de inversión privado y que la restauración del excedente de las empresas pasa necesariamente por una limitación del crecimiento de los salarlos reales.

Paz social

4. La política negociada de rentas constituye una alternativa para reconciliar la racionalidad de las decisiones individuales y sociales, evitando la guerra salarial, cuyo

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único botín es la inflación. Quien negocia un convenio colectivo a nivel de empresa o de sector no aceptará nunca que sus peticiones caigan por debajo de la tasa de aumento dominante en los salarios y su poder de negociación le llevará a partir de ahí a conseguir el mayor aumento posible, abriendo así una guerra de peticiones crecientes que crispa las negociaciones salariales y perturba el funcionamiento de la economía. Esa actuación racional para cada negociador es, sin embargo, irracional, para todos lo asalariados en su conjunto, pues esas peticiones de mayores retribuciones nominales no se convertirán en efectivas, al acelerarse la inflación. La ventaja de una negociación centralizada de las rentas salariales es que hace visible el interés general y claramente perceptibles las consecuencias sobre precios de determinadas peticiones de salarios. Una negociación salarial que abarque sólo a una empresa o a una rama de la industria, por amplia que ésta sea, hace siempre posible que los negociadores conserven la ilusión de que el resultado de su convenio afecta tan sólo a las empresas y trabajadores de aquella empresa o rama industrial. Una negociación centralizada de los salarios ofrece un enfoque diferente al abarcar a todos los que deben soportar las consecuencias de lo negociado.

Un programa de política económica que aspire a conseguir mayor empleo y menor inflación debe incorporar una política de rentas que haga posibles esos objetivos. Una política de rentas que responda a unos criterios claramente establecidos y que parta del conocimiento de la evolución segunda en los últimos años por la distribución de la renta en España.

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