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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Razones de un trabajador

Se están empezando a negociar los convenios, tanto de empresa como estatales, y, como siempre, se prevén unas negociaciones «calientes».Qué duda cabe que toda negociación de convenio debe ir acompaña.da por parte de los trabajadores por unas medidas de presión, ya que son inherentes a la misma negociación. El empresario tiene las cartas marcadas; siempre está en ventaja. El trabajador español, después de la larga noche de la dictadura, y de hacer más de tres años de su teórica cancelación, con la muerte del dictador, se encuentra con que sus derechos y deberes siguen legislados por las mismas leyes represivas de antes, con el agravante de la inhibición de las Delegaciones de Trabajo, que hacen aún más conflictiva la interpretación de la ley.

Los trabajadores aún están pacientemente esperando unas leyes medianamente progresistas que garanticen unos mínimos. Una mínima vida sindical en el lugar de trabajo, una mínima función social por parte de la empresa, un mínimo de protagonismo en la gestión y planificación de los trabajos. Estos mínimos traerán como consecuencia directa de la responsabilidad compartida, unas relaciones más pacíficas y resolutivas dentro de lo permisible en un régimen de sociedad capitalista como es España.

A los trabajadores se nos limita el salario, que, a cambio de nuestro trabajo, percibimos del empresario, o bien, y para presentarlo más crudo, con nuestros salarios limitados a un tope, permitimos que el empresario pueda seguir obteniendo de nuestra mano de obra el beneficio que considera rentable.

Los trabajadores no podemos «ganar de más», ya que traería consigo el aumento de la inflación, con el deterioro de toda la economía del país. Esta es la triste, para los trabajadores, argumentación que cae como una losa cada vez que nuestras voces osan levantarse.

Hemos demostrado, a lo largo y ancho del ámbito laboral, que todos, todos los trabajadores, asumimos la responsabilidad de tener vigilados nuestros salarios por debajo del índice de cost e de vida real, cuando todos, todos los trabajadores, nos acostamos y nos levantamos con la sociedad de consumo, y que, por cierto, nosotros no la hemos inventado. Hemos demostrado nuestra responsabilidad durante todo el año pasado, con una paz laboral más propia de regímenes dictatoriales de continua represión que de una democracia occidental, donde tratamos de encuadrarnos. Pero ¿quién vigila los beneficios o pseudopérdidas del empresario español?, ¿quién marca sus topes?, ¿cómo sabemos que no «ganan de más»?

La más ingenua ingenuidad está por encima de la ciencia oscura de los dividendos;. porque, ¿y la doble contabilidad, los gatos diversos o generales, las reservas obligatorias o voluntarias, la adquisición de bienes o inmuebles, las amortizaciones, etcétera? Un etcétera capaz de hacer sonrojar las estatuas de mármol blanco del Retiro.

El trabajador exterioriza su riqueza con un coche nuevo o un televisor en color. Para el empresario, esta bisutería que ofrece el consumismo está enteramente superada y esos votos de castidad económica que ostentan en horas laborables son hipocresía de hombre explotador.

Ahora que, como decía, se empiezan a negociar esos esperanza dos convenios, es momento de que el empre5ario español reflexione que el trabajador español ha estado un año de reflexión, un año más de paro, de sueldos licuantes, y no ha manifestado la más mínima protesta que se asimile a la omisión sufrida. La falta de seriedad en la. negociación es totalmente irresponsable y, por consecuencia, generadora de conflictos, que a todos -empresarios y trabajadores-, nos perjudica y nadie obtiene beneficio.

Señores empresarios: de la tarta, sólo un trozo.

Elías Rodríguez. Madrid

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