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Los partidos han hablado: ahora han de cumplir

La Peña Andanada, en su primer acto social, convocó la semana última a los partidos políticos mayoritarios para que se pronunciaran sobre la fiesta de los toros. Condenan se la haya vapuleado durante estos cuarenta años atrás, en que -ya decíamos- cuando la dictadura se acordó de ella fue para utilizarla como matahuelgas. Los partidos, políticos se han puesto a hablar, muy bien de los toros cuando apenas faltan dos semanas para las elecciones.Pero, suspicacias a un lado, hay que maravillarse de cómo los muy caracterizados representantes de los partidos -Carabias por CD, Tamames por PCE, González Velayos por UCD, Castellanos por PSOE- se pronunciaron en todo caso como aficionados de primera línea, cual si hubieran descubierto y consolidado su afición en la mismísima andanada del ocho, e iban, en corto y por derecho, al fondo de lo que importa. Así, al disparate de las subastas, que fo mentan el monopolio, ponen el es pectaculo a precios prohibitivos, dificultan la promoción de profe sionales y aun de las ganaderías y coartan el espíritu de superación. O a la cuestión de la crianza del toro de lidia, que con habilidad suma y muy ingeniosa mecánica expuso Tamames, entre los vuelos del ca pote de la reforma agraria. O a la labor negativa que hace RTVE en relación con la fiesta, muy significativamente subrayada por González Velayos, que es político ucedista.

Hay otra realidad, y es el clamor que, dese otros frentes, se ha producido estos últimos años para que ¡por Dios!, la fiesta de toros se vea en todo caso alejada de la política. A lo cual respondió muy bien Castellanos al decir que ha sido el propio poder el que ha hecho política desde un principio al meter autoridad, y autoridad sobre autoridad, en el espectáculo ningún otro, salvo en los toros, se ve un piquete de la Guardia Civil, que llena, un palco; en ningún otro, salvo en los toros, la dirección técnica corre a cargo de un comisario de policía. ¿Y por qué tanta concentración de autoridad? Pues ni más ni menos que porque el poder siempre ha tenido verdadero pánico, a las concentraciones po pulares: y es la fiesta de los toros la primera que reunió miles de personas en torno a un acontecimiento que se repetía todos los días festivos.»

Lo piden ahora los partidos políticos, pero el público de toros lo ha pedido siempre: que sean aficionados de solvencia los presidentes de las corridas; que los aficionados participen también, directa y activamente, en la reglamentación taurina; que las plazas de toros sean explotadas por sus propietarios, más aún si son diputaciones, ayuntamientos o casas de misericordia; que de una vez se cuide la selección y crianza del toro. En fin, que el Estado acoja al espectáculo para sanearlo y ayudar al desarrollo de su infraestructura; que establezca incentivos y mecanismos correctores para la conservación de las castas y de la propia técnica de la lidia.

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