Residencia sanitaria ejemplar

Los directores de periódicos deben estar acostumbrados a recibir, en la correspondencia de sus lectores, una abrumadora mayoría de cartas de tipo pesimista, en que predominan las quejas sobre «lo mal que funciona todo», «la falta de razón del señor tal», etcétera.Tengo el placer de dirigirme a usted en muy otro sentido. Afortunadamente, en España hay personas y entidades que son excelente ejemplo de responsabilidad, y deseo de hablarle de un caso en que he recibido muy buena impresión.

El 24 de febrero, una de mis hijas sufrió un accidente de automóvil cerca de Villablino (León), resultando con importantes cortes en la cara y otras lesiones menores. Llevada a la residencia sanitaria Camino de Santiago, de Ponferrada, tuve ocasión en los tres días síguientes de observar algo de la vida en la residencia, así como de hablar con otros pacientes y familiares de los mismos. Me llamó la atención el tono humano de médicos, enfermeras, monjas y demás personal, y la constante atención a los enfermos y accidentados. En hospitales gigantescos se echa a veces de menos este tono confortante que allí existía, y que tanto necesitan los pacientes. En cuanto a la calidad del trabajo profesional, tengo que decir que me fue elogiada por otros enfermos y, sus familiares (en general, familias mineras de la región), y, que, traída mi hija a Madrid, los médicos y especialistas de aquí han manifestado, al reconocerla, que la operación u operaciones que en Ponferrada le fueron hechas en el rostro, de considerable dificultad, fueron realizadas con ejemplar pericia y cuidado.

Creo de justicia manifestar mi agradecimiento y admiración por el personal de la residencia Camino de Santiago, que devolvió su rostro a mi hija María y fue en todo momento humano y afectuoso.