El Elíseo descarta una intervención militar francesa en zonas petrolíferas
La reorganización de las Fuerzas Armadas francesas no quiere decir que Francia vaya a intervenir en ningún punto del globo, aclararon ayer medios del palacio del Elíseo. El mentís oficial sale al paso de las informaciones de algunos periódicos, según las cuales, una agudización dramática de la crisis energética podría forzar a Francia a defender su existencia vital con intervenciones militares, incluso en los campos petrolíferos del Oriente Medio.El portavoz oficial puntualizó que la reorganización de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire ya empezó hace tres años. Esta política de defensa no responde a ninguna coyuntura específica, ni a ningún contexto particular. El comunicado responde también a quienes, directa o indirectamente, han dejado entender que Francia, con sus «células de intervención en el exterior», no hace más que secundar («obedecer», dicen los comunistas) a Estados Unidos, que la semana pasada confirmaron que habían organizado una fuerza de 110.000 hombres para intervenir en el Oriente Medio.
En una declaración a EL PAIS, anteayer, un portavoz del Ministerio de la Defensa estimó, a título personal, que en el momento presente no es fácil imaginar una intervención armada en los países productores de petróleo «porque se están manifestando de manera razonable». El mismo portavoz, sin embargo, valoró como muy acertada» una información del diario independiente Le Monde, en la que este último abundaba en la posibilidad última de una intervención de los paracaidistas en los campos de petróleo.
Ayer, el diario citado y otros medios respondían al mentís del palacio del Elíseo reproduciendo declaraciones recientes de altos mandos del Ejército. Sólo hace algunas semanas que el general Gilbert Forray, subjefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra se manifestó ampliamente sobre la readaptación de las fuerzas convencionales para encarar, llegado el caso, los numerosos hechos que pueden ser «factores de desestabilización, de crisis y de guerra». Entre esos hechos citó como esenciales la rivalidad entre las dos superpotencias, la entrada de China en la escena mundial, los desequilibrios demográficos y «la dependencia energética de Europa».
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