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Reportaje:La conquista de la Luna, una lucha por la conquista de la Tierra / 2

Neil Armstrong querría volver allí

Millones de personas en todo el mundo, con la mirada fija en las pantallas de televisión, contuvieron el aliento cuando le vieron pisar la Luna y decir aquello de «es un pequeño paso para el hombre, pero un salto gigantesco para toda la humanidad». Era Neil Arrnstrong, comandante, del Apolo II, el primer hombre en pisar la Luna. Hoy, diez años después, muchos norteamericanos tienen dificultad para reconocerle cuando aparece en sus televisores anunciando una marca de automóviles. Otros muchos ni siquiera saben quién es. Desde Nueva York informa Juan González Yuste.

Neil Armstrong, de 48 años, cabello rubio y ojos azules, nacido en una granja en el estado de Ohio, piloto de combate durante la guerra de Corea y piloto de vuelos experimentales después, se ganó su lugar en la historia cuando el 20 de julio de 1969, acompañado por Edwin Aldrin, tocó la superficie lunar a bordo del módulo Aguila de la nave Apolo II (en España eran exactamente las 3.42 hora de Madrid, del día 21). «Aquí base de la tranquilidad. El Aguila ha aterrizado», serían sus palabras, acogidas con gritos de júbilo en la sala de control de la NASA.Tras su regreso a la Tierra, Armstrong y Aldrin, junto a Michael Collins, que permaneció orbitando la Luna a bordo del Apolo II, recorrieron numerosos países, en una misión claramente propagandística, pero calurosamente acogida en todas partes. Eran horas de júbilo, en las que se comparaba la hazaña de Armstrong y Aldrin con el descubrimiento de América, cuando no con la invención de la rueda o el dominio del fuego.

Nadie se acuerda ya

El padre del programa espacial norteamericano y el hombre que hizo posible el cohete impulsor, Saturno 5, que puso en órbita a la nave y al módulo lunar, Werner von Braun, predecía una nueva era en la historia de la humanidad y daba por seguro que el presidente de Estados Unidos podría celebrar el bicentenario de la nación, en 1976, orbitando la Tierra en un ingenio espacial.

Ahora, sólo diez años y dos presidentes norteamericanos después, uno de los hombres que pisaron la Luna se quejaba amargamente ante las cámaras de televisión de que sólo su mujer y su madre se habían acordado del aniversario de su epopeya lunar. Y para colmo, el Skylab, otro de los prodigios de la técnica espacial, puesto en órbita en 1973, amenazaba con estrellarse contra la Tierra pocas fechas antes del histórico aniversario.

Los tres astronautas del Apolo II volverán a reunirse de nuevo hoy, con ocasión de una ceremonia conmemorativa de su hazaña organizada por la NASA y el Museo Nacional del Aire y del Espacio, en Washington. Armstrong, Aldrin y Collins representarán de nuevo su aventura lunar en el museo, donde existe una copia exacta tanto de la nave Apolo como del módulo Aguila.

Otras ceremonias van a celebrarse en estos días, pero de escaso atractivo para el gran público. En Las Vegas, por ejemplo,- el famoso hotel-casino Las Dunas ofreció el pasado domingo un homenaje a los doce norteamericanos que han pisado la Luna, bajo el pretencioso epígrafe de «América saluda a los astronautas». No asistieron todos, ni siquiera Neil Armstrong, y los presentes volaron después a la residencia del ex presidente Richard Nixon, en San Clemente, para comer pollo a la barbacoa en el borde de la piscina.

Sólo en cabo Cañaveral se espera una concentración importante de entusiastas de la aventura espacial, o de la aventura lunar, para formar una cadena humana que, piensan los más optimistas, podría llegar a alcanzar los cuarenta kilómetros de largo. Un pastel gigante de cumpleaños, algún desfile en Houston y docenas de pequeñas celebraciones aisladas marcarán el aniversario. Otros acontecimientos, que también cumplen una década estos días, están obteniendo mayor relieve en los medios de comunicación, como el accidente de Chappaquiddick, principal obstáculo que se ha venido oponiendo entre el senador Edward Kennedy y la Casa Blanca, o el festival de Woodstock, que marcó época y que tendrá un remedo en agosto, en el mismo escenario.

«Volvería a la Luna a todo trance», declaraba recientemente en una conferencia de prensa un nostálgico Neil Armstrong, quien explicaba que no sólo regresaría a nuestro satélite en una misión espacial, sino también, si fuera posible, comprando un billete.

Armstrong trabaja como profesor de ingeniería espacial en la Universidad de Cincinnati (Ohio) y vive, con su mujer y sus dos hijos, en una granja agrícola, en Lebanon, en el mismo estado. Para redondear sus ingresos, Neil Armstrong hace anuncios en la televisión y, de cuando en cuando, da conferencias o asiste a actos relacionados con el programa espacial.

Su compañero en el histórico alunizaje, Edwin (Buzz) Aldrin, tiene ahora 49 años, abandonó también la NASA y es presidente de una compañía de consulting de ingeniería aeronáutica en California. Coronel de la Fuerza Aérea norteamericana, Aldrin participó en más de sesenta misiones de combate durante la guerra de Corea, a bordo de un caza F-86 y derribé dos aviones enemigos del modelo Mig- 15.

Aldrin, que fue el piloto del módulo lunar Aguila, perdió el primer lugar en la historia cuando Armstrong, como comandante de la expedición, decidió ser el primero en desembarcar y pisar la superficie de la Luna. Años después, Aldrin recogería en un libro titulado Retorno a la Tierra una serie de graves problemas personales que siguieron a su etapa de éxito y celebridad mundial. Separado de su esposa, con la que había tenido tres hijos, y con problemas de tipo alcohólico, Edwin Aldrin aparecía como el menos afortunado de todos los hombres que llegaron a la Luna, aunque últimamente parece más estabilizado y asistirá en Washington a las ceremonias de la hazaña que coprotagonizara hace diez largos años.

Dos astronautas en activo

De los doce astronautas norteamericanos que pisaron la superficie lunar, en seis viajes de las naves Apolo, sólo dos de ellos permanecen vinculados de algún modo al programa espacial; uno como astronauta en activo y el otro como encargado del entrenamiento de los futuros viajeros del espacio. El resto se dedica a las más variadas profesiones, desde senador hasta predicador evangelista, pasando por profesor y petrolero.

Según datos publicados en el semanario US News and World Report, esto es lo que hacen ahora los diez restantes astronautas que llegaron a la Luna, entre 1969 y 1972, año este último en que se suspendió el programa Apolo, excepción hecha de la cita espacial con la cápsula soviética Soyuz realizada en 1975.

El comandante del Apolo 12, que llegó a la Luna el 19 de noviembre de 1969, Charles Conrad, de 49 años, es vicepresidente de la compañía aeronáutica McDonnell-Douglas, fabricante, entre otros reactores comerciales, del DC- 10. Su compañero, Alan Bean, tiene ahora 47. años y se encarga del entrenamiento de los astronautas en el centro espacial Johnson, en Houston.

La misión Apolo 13 no consiguió alcanzar la Luna, a consecuencia de una grave avería en el sistema de oxígeno, que obligó al retorno apresurado a la Tierra en abril de 1970. Alan Shepard, que tiene ahora 55 años, fue el comandante del Apolo 14, con el que alcanzó la Luna el 5 de febrero de 1971. Shepard había pasado ya a la historia de Estados Unidos al ser el primer norteamericano en el espacio. Ahora, el astronauta que jugara al golf en la superficie lunar tiene una distribuidora de cerveza en Houston. Su compañero en el Apolo 14, Edgar Mitchell, tiene 48 años y es presidente de una compañía de marketing basada en Florida.

También presidente de una compañía, pero de ingeniería, es David Scott, 47 años, comandante de la misión Apolo 15, que alcanzó nuestro satélite el 31 de julio de 1971. Su compañero, James Irwin, tiene ahora 49 años y es pastor evangelista. Scott e Irwin abandonaron la NASA en una situación embarazosa, después de reconocer que habían llevado en su viaje lunar una serie de sobres y sellos, con intención de venderlos después para su propio beneficio, según indica el citado semanario.

John Young, de 48 años, es el único hombre que pisó la Luna y sigue siendo astronauta en activo. Comandante del Apolo 16, en abril de 1972, Young pasará también a la historia de la conquista del espacio porque será el piloto del primer transbordador espacial o Shuttle, cuyo vuelo está previsto para el verano de 1980. Charles Duke, su compañero de excursión lunar, tiene 43 años y se dedica a los negocios en la ciudad tejana de San Antonio.

Por último, Eugene Cernan, de 45 años, comandante de la misión Apolo 17, última en viajar a la Luna, en diciembre de 1972, se dedica, también en Texas, al negocio del petróleo. Cernan ha sido el último ser humano en pisar la Luna. Su compañero Harrison Schmitt, de 44 años, es un senador republicano por Nuevo México.

La propia desaparición del carácter extraordinario de los vuelos a la Luna acaba con el interés del público y con las hasta entonces fáciles provisiones de fondos para la NASA. A partir del Apolo 16, el programa fue suspendido y no existen planes de poner un hombre en nuestro satélite hasta la década de los noventa, con suerte.

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