El futuro de Rodesia puede decidirse en la "cumbre" de la Commonwealth
La 22ª conferencia de jefes de Gobierno de la Commonwealth iniciará sus sesiones en Lusaka, capital de Zambia, el próximo miércoles con un amplio temario en su orden del día y una preocupación principal en la mente de todos los asistentes: el futuro de Zimbabwe-Rodesia.
La Commonwealth, o Comunidad Británica de Naciones, está compuesta en la actualidad por 39 países, con una población estimada en unos mil millones de habitantes, lo que equivale a un cuarto de la población mundial. Junto a Gran Bretaña y a sus dominios y ex colonias tradicionales, tales como Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la India, se sentarán en la mesa de conferencias una serie de pequeños países de nombres exóticos como Kiribati, antiguo archipiélago de las islas Gilbert, en el Pacífico sur, o Santa Lucía y Dominica, en el Caribe, con una población que apenas alcanza los 200.000 habitantes.La reina Isabel II llegó ayer a Lusaka para una visita oficial a Zambia, que culminará el 1 de agosto con la solemne inauguración de la conferencia de la Commonwealth. La reina ha visitado, antes de Zambia, Tanzania, Malawi y Botswana. El viaje real, que ha constituido un éxito personal de la soberana, no ha estado exento, sin embargo, de momentos tensos y de situaciones comprometidas, que han tenido su origen precisamente en la cuestión rodesiana.
Advertencia a Gran Bretaña
El presidente, Julius Nyerere, de Tanzania, uno de los más activos partidarios de las guerrillas nacionalistas, advirtió, en su discurso oficial ante la reina, de los peligros que supondría para Gran bretaña la adopción de una decisión unilateral en el tema del reconocimiento del actual régimen de Salisbury y anunció que, si tal decisión se llevaba a efecto, Tanzanía abandonaría la Commonwealth.Para el Gobierno británico resulta absolutamente vital convencer a los miembros de la Commonwealth de la necesidad de llegar a una solución definitiva del tema de Rodesia, tema que lleva quince años coleando y que de no resolverse satisfactoriamente convertiría al territorio en un foco de desestabilización en una de las zonas más sensibles de la actual estrategia mundial.
La primera ministra quiere esa solución cuanto antes porque, como dijo el miércoles en los Comunes, «no es seguro que el próximo año estemos en mejor situación de llegar a una solución que éste», y la solución probablemente consistirá en presentar unas propuestas concretas en Lusaka, con el fin de que las partes en litigio, Muzorewa y las guerrillas, accedan a celebrar una conferencia donde se harían concesiones mutuas.
Pero las guerrillas no parecen dispuestas a ceder, si hay que hacer caso de la declaración hecha por Joshua Nkomo en la conferencia de la Organización de la Unidad Africana en Monrovia, donde manifestó que «la guerra es preferible a cualquier negociación». Por de pronto, Nkonio se negó ayer en Lusaka a saludar a la reina Isabel II.
El punto de vista «radical» ha sido rechazado de plano por ¡a señora Thatcher, cuando declaró a la Cámara de los Comunes que Gran Bretaña no está dispuesta a tolerar «a aquellos que desean sustituir las urnas por las pistolas».
Londres confía conseguir el suficiente respaldo por parte de los Estados africanos moderados en apoyo de su tesis de que las elecciones generales de Rodesia han supuesto «un considerable avance» para la solución del tema. Y, aunque no lo dice, espera también que las disensiones entre los Estados de la Front Line le ayuden en sus propósitos. Las disensiones provienen de la falta de acuerdo en Africa sobre quién es el líder nacionalista más representativo. Así, mientras Nigeria y Zambia apoyan a Nkomo, Tanzania y Mozambique son abiertos partidarios de Robert Mugabe.
Una cosa parece cierta a sólo cinco días de la inauguración de la conferencia de Lusaka: las tesis de Margaret Thatcher y las de los diplomáticos del Foreign Office en torno a Rodesia no son totalmente coincidentes. Mientras que la primera ministra declaraba hace unas semanas en Australia que la renovación de sanciones a Rodesia en noviembre no era previsible, una fuente del Foreign Office declaraba ayer a EL PAIS: «Estamos decididos a conseguir un arreglo sobre Rodesia, pero no a cualquier precio.» Pronto se sabrá cuál de las dos líneas triunfa.
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