_
_
_
_

Enrarecimiento político en Suecia tras los inciertos resultados electorales

El panorama político en Suecia tiende a enrarecerse, y nada indica que los resultados definitivos de las elecciones logren disipar los nubarrones. Mientras se aguarda el escrutinio de los casi 40.000 votos que aún faltan por contabilizar, se han producido algunos pronunciamientos que fundamentan esta afirmación.Las especulaciones giran en torno a la formación del nuevo Gobierno, tarea que no se presenta nada fácil con una mayoría de tan sólo un escaño. Si esto de por sí augura inestabilidad al futuro Gobierno, la situación aparece más complicada después de algunas declaraciones de los líderes de los partidos Centrista y Liberal, Faelldin y Ullsten, respectivamente, según las cuales no estarían dispuestos a entrar en una nueva coalición con los conservadores.

Esta posición viene a sumarse a las categóricas declaraciones del líder de la socialdemocracia, Olof Palme, la noche del domingo, en que adelantó que su partido no entraría en ningún acuerdo para la formación de Gobierno en caso de una victoria del bloque burgués.

Los dos partidos burgueses, ahora minoritarios, siempre habían tomado distancia de los conservadores, en parte por discrepancias sobre algunos puntos concretos, en parte por no identificarse con las definidas posiciones de derecha de Gosta Bohman. Durante la campaña electoral no ocultaron incluso que no cederían a Bohman el cargo de primer ministro ni el Ministerio de Economía, en caso de un triunfo burgués. No imaginaban entonces que el resultado de las elecciones los inhabilitaría para poner condiciones precisamente a quien es ahora el centro de decisión del bloque burgués.

Tanto para liberales como para centristas, entrar en una coalición con Bohman desde posiciones tan débiles significaría no solamente tener que aceptar las condiciones políticas de los conservadores, sino hipotecar toda posibilidad de recuperación futura. Tras las declaraciones adelantadas por Faelldin y UlIsten, es más que dudoso que pueda formarse un Gobierno burgués, aunque no se descarta que el líder conservador -de cuya sagacidad tampoco hay dudas- haga a sus eventuales socios más concesiones de las que razonablemente debiera.

A su vez, informaciones no oficiales, pero seguras, afirman que los socialdemócratas desean que los burgueses se adjudiquen el escaño que está en disputa y desligarse de la responsabilidad de tener que formar Gobierno. Especulan -no sin fundamento- que un Gobierno burgués sin coherencia interna caería rápidamente víctima de sus propias contradicciones.

También la socialdemocracia realizará en breve una reunión de alto nivel con el fin de decidir su posición frente al problema energético. El desastre de los centristas es interpretado como un cambio de actitud del pueblo sueco respecto al problema nuclear. Ahora se piensa que el plebiscito previsto para marzo, sobre este punto, puede tener un signo diferente del que se esperaba. En consecuencia, los partidos reacomodan sus posiciones en función de las tendencias mostradas por las elecciones.

Otras variantes se manejan en esta complicada situación. Una es la de que el actual Gobierno liberal minoritario de Ola UlIsten continúe en funciones hasta la realización del plebiscito. La otra es la posibilidad de nuevas elecciones. Técnicamente es posible y políticamente puede ser deseable para alguna de las fuerzas en pugna. Algo de ello ha insinuado Olof Palme. En Suecia basta que una iniciativa importante del Gobierno sea rechazada por el Parlamento para que se abra la posibilidad de nuevas elecciones si algún partido lo propone y el Parlamento lo aprueba. Esto estuvo por ocurrir cuando la crisis de octubre de 1978 rompió la coalición burguesa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_