Macías será acusado de crímenes contra el pueblo
Francisco Macías Nguema, presidente derrocado de Guinea Ecuatorial, va a ser acusado de crímenes contra el pueblo en el juicio que se le seguirá en Malabo el próximo lunes. Esta es la acusación principal que se le imputa, tras diez años de dictadura sobre su pueblo, aunque también tendrá que encarar la acusación de malversación fraudulenta de fondos nacionales y, lo que es peor, la responsabilidad de los centenares de muertes acaecidas durante el golpe de Estado que le derribó, a primeros de agosto.Desde hace unos días, el tribunal que le juzgará ya está constituido, aunque los nombres de sus componentes se mantienen celosamente en secreto. Se sabe, sin embargo, que en el tribunal estarán presentes representantes del pueblo, junto a letrados, militares y civiles. Hasta el momento no le ha sido designado defensor -nadie quiere, ni se atreve, a defender a Macías- y no se descarta la posibilidad de que su defensa sea asumida por un letrado militar de oficio, designado por el Consejo Militar Supremo.
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Extremas medidas de seguridad en la capital guineana
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Todos los pronósticos indican que el derrocado presidente Macías será condenado a muerte. La envergadura de las acusaciones que pesan sobre su cabeza así lo muestral, pero, aunque remota, no se descarta del todo la concesión de gracia, de tal modo que pueda aplicársele la conmutación de la muerte por la pena de cadena perpetua. El tema de la devolución al país de las divisas que el dictador arrancó a su pueblo permanece sin resolver y las nuevas autoridades no muestran otro criterio más claro que el de asegurar al máximo la imparcialidad, durante el proceso,
Los preparativos para 61 juicio, que durará tres días, ya han comenzado. En principio, una orden reciente de la presidencia del Consejo Militar Supremo ha desarmado a todos los guineanos, civiles y militares, que desde el golpe de Estado esgrimían armas cortas y largas en plena calle con absoluta soltura. Las causas de este desarme se explican oficialmente en términos de que se quiere preservar el orden público durante esos días, pero se ha sabido después que cientos de seguidores de Macías -convencidos por éste de que el golpe de Estado contra él se trataba de una invasión nigeriana- han dejado sus armas desparramadas por parajes conocidos de los bosques. Se quiere evitar, con certeza, que una autodefensa inteligente por parte del dictador en su juicio pueda acarrear derramamientos de sangre.
El cine Marfil, en pleno centro de Malabo, ha sido acondicionado como sala para el juicio. Una verja separará al público de los observadores internacionales y de la prensa. El cine puede albergar unas seiscientas personas, y para que el juicio pueda ser más ampliamente seguido se instala estos días un sistema de megáfonos en el exterior. Un retén de tropas armadas permanece acuartelado, mientras a la policía guineana se le ha adscrito una misión policial española que velará por los detalles de la seguridad en el recinto.
Políticamente, flota todavía en el ambiente la incertidumbre. Macías, cuya sagacidad ha quedado demostrada durante su larga dictadura, puede intentar convertir su juicio en el juicio de sus acusadores, puede también acusar a muchos de sus colaboradores de participación en los crímenes por él decretados.
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