El avión de Bokassa continúa inmovilizado en el aeropuerto francés de Evreux
El ex emperador Jean Bedel Bokassa, persona «non grata» para el Gobierno francés, continuaba anoche inmovilizado en su avión personal, en el aeropuerto de Evreux, cerca de París, en espera de que algún país le conceda asilo político. Paralelamente, mientras el nuevo presidente, David Dacko, anunciaba la formación de un Gobierno de «salud pública», en Bangui, se manifestaron en París las primeras reticencias respecto a este último, de miembros importantes de la oposición centroafricana y también de la opinión francesa.
La instalación del nuevo régimen en Centroáfrica, según las noticias procedentes de la capital, Bangui, no ha encontrado grandes dificultades por ahora. Todos los despachos aseguran que la caída de Bokassa ha producido una «explosión de alegría» entre la población que, por otra parte, según las mismas fuentes, saludó la llegada de las tropas francesas (350 soldados) con gritos de «¡Abajo Bokassa!» y «¡Viva Francia! ».Hasta anoche, en el plano africano, sólo se habían pronunciado explicita y favorablemente ante el nuevo régimen los presidentes Senghor y Mobutu, de Senegal y Zaire, respectivamente. Ambos las últimas semanas, habían colaborado con el presidente francés Valéry Giscard d'Estaing en la «puesta en escena » del golpe de Estado que, durante la noche del último jueves, apuntilló a Bokassa.
El presidente Dacko confirmó ayer la participación en el golpe de estos tres países.
En París, el antiguo primer ministro de Bokassa, Ange Patasse, que vive exiliado en la capital francesa, pidió al Gobierno galo que retirase sus tropas de Centroáfrica, porque son «un factor de tensión », y anunció que su Movimiento de Liberación de Centroáfrica se reuniría inmediatamente con los representantes de otras tendencias de la oposición para adoptar una postura común respecto al régimen del nuevo presidente.
Todo el abanico de la opinión francesa manifestaba ayer su desconfianza al analizar los acontecimientos que han destronado al autoemperador para colocar al frente de la nueva república «a un hombre, el señor Dacko, que chocara con muchos obstáculos para normalizar el país: primero, Dacko pertenece a la misma etnia que Bokassa, que sólo representa el 5% de la población centroafricana. Además, de su primera etapa presidencig de 1960 a 1965, dejó el recuerdo nefasto de un hombre corrompido, indeciso y autoritario. Por fin, aunque pasó cuatro años en la cárcel de Bokassa, últimamente era su consejero personal».
Esta opinión, más o menos matizada, la avalaba ayer la opinión de derechas y la de izquierdas.
Esta desconfianza en el «nuevo hombre de paja del imperialismo francés», la fundan los comentaristas y partidos políticos en «los secretos de alta política» que les han aconsejado a los sucesivos Gobiernos de la V República «el apoyo hasta el último minuto a un tirano reconocido ».
La opinión pública pide un «examen de conciencia», tras el censo de las «complicidades inexplicables, que harían reír de no ser trágicas»: el general De Gaulle, el mismo año que dimitió, en 1969, recibió a Bokassa como a un «carnarada». El presidente Pompidou culpó a los periodistas de «ciertas exageraciones». El presidente Giscard d'Estaing lo trataba de «pariente».
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