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Reportaje:

Más de 20.000 madrileños viven de la beneficencia

Cualquier vecino de Madrid ha podido observar durante los últimos meses el aumento de personas dedicadas a la mendicidad. De algunos se ve claramente que tienen sus necesidades más elementales (casa y comida) cubiertas, pero de otros no hay más remedio que preguntarse: «Y esa gente, ¿dónde y cómo vive?»

Solamente durante el pasado año el Ayuntamiento de Madrid destinó a la beneficencia sesenta millones de pesetas. Porque muchos, la mayoría de estos mendigos que cualquiera puede encontrar en la calle, están empadronados en la beneficencia municipal. Además de los mendigos, este antiguo organismo acoge a las personas en paro que ya han agotado los dieciocho meses de la Seguridad Social.Las edades son bastante variadas, pero la mayor parte de las 21.000 personas empadronadas pasan de los cincuenta años. El único requisito para entrar es demostrar una precaria situación económica. Las juntas municipales de distrito se encargan de la admisión. Y así, muchos de esos mendigos diurnos tienen asegurada la asistencia médica y la compra de productos farmacéuticos totalmente gratuita. El resto del dinero se dedica a casos auténticamente trágicos, a la compra de unas gafas o de unas medias ortopédicas a una anciana que las necesita.

De la asistencia médica se encargan los llamados médicos de sección de las casas de socorro y el Centro de Especialidades, situado en la calle de los Hermanos Alvarez Quintero.

Los acogidos a la beneficencia disponen de tres comedores en Madrid, que están enclavados en los distritos de Chamberí, Centro y Arganzuela (calles Ribera de Curtidores, Imperial y Hortaleza). La comida es de una calidad media, tirando a baja, excepto los domingos. Este día los mendigos, ancianos y parados pueden disfrutar de sabrosas paellas. «La calidad no es muy alta. Parece que la mejor es la de la Ribera de Curtidores», informa el delegado de Sanidad, «porque el presidente de esa junta municipal es un entusiasta de la comida.»

En cuanto al alojamiento, esta institución cuenta con una residencia para ancianos en Alcalá de Henares, en la que viven 150 personas en régimen abierto, pero dentro de la ciudad están los albergues de transeúntes (uno para hombres y otro para mujeres), en el paseo del Rey, a los que van los hombres y mujeres que la Policía Municipal recoge en la calle. Bien porque se los encuentre mendigando (actividad que sigue prohibida) o bien porque estén durmiendo en cualquier banco de la calle.

En general, a estos mendigos no se les aplica la ley de Peligrosidad Social, por la que tendrían que ser juzgados y, probablemente, condenados. «Creo que estos centros no sirven para nada», afirma el delegado de Sanidad, «aunque pienso que son mejor que nada. La labor de estos centros tendría que completarse dando a esta gente la posibilidad de integrarse, de alguna manera, en la sociedad. Por medio del trabajo en granjas o cosas semejantes. Para agravar más el tema, muchas de estas personas son alcohólicas y reincidentes desde hace años y años. Algunos tienen fichas desde 1949 y han estado viniendo aquí cada poco tiempo.

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