El sha, trasladado a un hospital militar de Texas
Al cumplirse un mes de la ocupación de la embajada norteamericana en Teherán por activistas islámicos, la crisis seguía en punto muerto. Treinta y ocho naciones -entre ellas España- pedían la liberación de los rehenes ante el Consejo de Seguridad de la ONU y el sha era trasladado inesperadamente a un hospital militar de Texas.
El depuesto monarca iraní abandonó el Cornell Medical Center, de Nueva York, a las cuatro de la madrugada del domingo, bajo fuerte protección policial. Un avión militar transportó al sha desde el aeropuerto de La Guardia hasta la base aérea de Lackland, en las afueras de San Antonio (Texas).
Es la primera vez que el Gobierno norteamericano permite al exiliado monarca la utilización de instalaciones gubernamentales, lo que hizo correr rumores de que Carter estaba dispuesto a conceder asilo político al sha. Preguntado por los periodistas, el presidente se limitó a decir que «no puedo responder ahora a eso», y su secretario de prensa, Jody Powell, explicó que la estancia del sha en el hospital militar de la Fuerza Aérea obedece a «motivaciones humanitarias».
Al parecer, una vez terminado su tratamiento en Nueva York, la dirección del Cornell Medical Center dijo al Gobierno que: «Esto es un hospital, y no un hotel», por lo que se optó por instalar al ex emperador en la base de Lackland.
Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se disponía a celebrar anoche su tercera reunión sobre esta crisis, en la que se esperaba fuese aprobada una resolución de tres puntos. Uno de ellos pediría la inmediata puesta en libertad de los cincuenta rehenes; otro admitiría, de algún modo, las quejas de Irán contra el régimen del depuesto sha y el tercero instaría al secretario general Kurt Waldheim a buscar fórmulas de negociación.
Waldheim admitió el domingo que ha mantenido varios contactos con los revolucionarios islámicos y que ha hablado por teléfono con el nuevo ministro iraní de Asuntos Exteriores, Sadegh Gotbzadeh. El secretario general de la ONU reveló que un emisario especial iraní estaba a punto de llegar a Nueva York, pero negó después que fuera a intervenir ante el Consejo de Seguridad, cuya reunión, solicitada por Waldheim, fue boicoteada por Irán.
El embajador español Jaime de Piniés intervino durante la segunda sesión, el domingo por la noche, y señaló que la propia estructura legal que hace posible la paz estaba siendo amenazada por esta situación, en la que «se mantienen rehenes con la connivencia de las autoridades establecidas». España, añadió Piniés, se adhiere al llamamiento hecho por el presidente del Consejo de Seguridad, en el que se instó a la urgente liberación de los rehenes.
Las dos sesiones acabaron sin que se presentara ningún proyecto de resolución. Para esta madrugada se espera una resolución del Consejo de Seguridad.
El candidato presidencia Edward Kennedy rompió la tregua de silencio impuesta sobre la crisis, cuando dijo en San Francisco que el sha había robado «miles de millones de dólares de su país» y gobernado «uno de los regímenes más violentos de la historia».
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