El FMI y el Banco Mundial crearán dos programas de asistencia financiera en los procesos de ajuste económico
Las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, celebradas esta semana en Hamburgo (RFA), han concluido con un acuerdo en principio de ambos organismos para establecer dentro de su estructura institucional dos nuevos mecanismos para facilitar el reciclaje de los excedentes financieros de los países de la OPEP (que este año superarán los 115.000 millones de dólares), hacia los países en vías de desarrollo sin petróleo, cuyo déficit global totalizará 67.500 millones de dólares este año, y casi el doble el próximo.
Esta es la conclusión más importante de los encuentros del comité interino, del de desarrollo y el de los veinticuatro, celebrados desde el miércoles en la ciudad alemana. Las reuniones también han servido para revelar que la cuenta de sustitución del FMI, un mecanismos originariamente pensado para hacer volver los dólares errantes por Europa y el Oriente Próximo hacia el Tesoro norteamericano, no entrará en funcionamiento este año, ni posiblemente el próximo.La presentación de un dramático informe del staff del FMI sobre la situación económica mundial, cuyo talante es mucho más pesimista que el conocido en las reuniones de septiembre en Belgrado, completa el panorama final del encuentro de Hamburgo. Este informe predice un empeoramiento de la situación económica en los países industrializados, con una tasa de crecimiento que rondará el 1% este año y el próximo (1,4% en 1980, y 1,2% en 1981), mayor inflación con una ampliación de los diferenciales, déficit acumulado del orden de los 47.500 millones de dólares este año y paulatino endeudamiento exterior.
Aparte de estas conclusiones, la incapacidad reconocida o la oposición de la banca privada mundial para reciclar el excedente de dólares en manos de los productores de petróleo, en contraste con la situación resuelta en la primera crisis de 197,74, provocará este año un descenso generalizado del volumen del comercio mundial, que junto a los problemas derivados del progresivo endeudamiento exterior de muchos países dificultará aún más los esfuerzos de muchas naciones (entre ellas España) para ajustar sus economías en crisis.
Los problemas de los países en desarrollo, que publicaron el pasado jueves un dramático comunicado repleto de exigencias hacia el mundo industrializado, serán aún mayores que los que tendrán que afrontar las economías industrializadas, o aquellas que, como la española, tienen un grado de desarrollo considerado como medio alto por el FMI. En los países sin desarrollo y sin petróleo, sus déficit exteriores no podrán ser financiados como lo han sido tradicionalmente en los últimos años (por medio de salidas al mercado exterior), ya que los riesgos de que no puedan hacer frente a los servicios de los créditos les convertirán en poco fiables. Como consecuencia, sus expectativas de crecimiento serán nulas o incluso negativas, y ni siquiera podrán alcanzar los bajos niveles de crecimiento que han tenido en los últimos años.
Dos nuevos servicios del FMI y el banco
Ante las restricciones decididas recientemente sobre el euromercado por los bancos centrales, los reunidos en Hamburgo dedicaron gran parte de sus esfuerzos a estudiar la posibilidad de crear dentro de los dos organismos mundiales unas nuevas facilidades o mecanismos para ayudar a la banca privada en el reciclaje de los excedentes financieros de los países de la OPEP y canalizarlos hacia aquellas naciones con problemas de ajustes externos.
Uno de los mecanismos ni siquiera necesitará una decisión formal para su creación, ya que, de hecho, existe ya y ha sido utilizado por dos países con graves problemas económicos: Kenia y Turquía. Se trata del programa del Banco Mundial de ayuda a los planes de ajuste estructura¡ y que ha significado ya la utilización de ochocientos millones de dólares. Los países en desarrollo desean que esta facilidad sea ampliada sustancialmente, y, en el momento de que se negocien en las normas de su funcionamiento, se reduzca la condicionalidad característica que acompaña este tipo de mecanismos.
El segundo, cuya creación será más problemática, intenta establecer dentro del FMI un sistema de ayuda a los países en situación exterior difícil que les permita tener una garantía de financiación más barata y siempre a mano, distinta a la facilitada por los bancos privados. Se ha encargado de estructurarla el director gerente del FMI, Jacques de Larosiere, y de convencer además a los países de la OPEP de que gran parte del riesgo recaerá sobre ,ellos, dado su alto nivel de reservas e ingresos.
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