Fe, conversión y metanoia
Acabo de leer el artículo que, con el título de ¿Obispos por el marxismo?, publica EL PAÍS del 15 de abril, y cuyo autor es el teólogo José María González Ruiz.Escribe el señor González Ruíz que una frase del obispo de Jaén, Miguel Peinado, lo turbó y, posteriormente, se vio obligado a responder «en favor de los oyentes y del propio obispo de Jaén». La frase es la siguiente: «Yo no creo en el hombre; yo creo en Cristo». Frase que, según el teólogo de Málaga, abre una brecha en la «conversión» de los marxistas, o búsqueda sincera y ansiosa de una aproximación a la fe cristiana. El señor González Ruiz, creo sinceramente, se ha perdido en el bosque de su sabiduria. Uno se da cuenta de ello cuando ve el uso que hace de la palabra «fe» y de la palabra «conversión». Si hubiera entendido dichos términos en su sentido cristiano puro, sin mácula ni mezcla de humanismo a ultranza, creo yo que se hubiera abstenido de darnos gato por liebre. González Ruiz sabe muy bien, aunque su yo natural se resiste a aceptarlo (no importa que sea canónigo: los doctores de la ley no entendieron a Jesucristo), cuál es el significado cristiano de los vocablos citados. Sabe que la «fe» cristiana tiene varias etapas, como son: la confianza general en Dios y Cristo; la aceptación de su testi monio sobre la base de aquella confianza, y la sumisión a Cristo y confianza en El para la salvación del alma. ¿Cree el señor González que, en esas tres etapas, donde dice Dios y Cristo podemos poner «hombre»? Dijo bien el obispo de Jaén al no «creer en el hombre», pues el «hombre» -y no hay más que leer la historia- siempre ha sido un lobo para el hombre.
Y vamos al otro término, «conversión». Sabe perfectamente el señor González Ruiz que en lenguaje cristiano «conversión», como también «fe», tiene su base etimológica en la lengua griega, que para aquella tiene el término «metanoia». Bien es verdad que conversión significa volver a atrás, regresar; pero «conversión» es mucho más; incluye una oposición consciente a la condición anterior. Ser convertido no es sólo pasar de una dirección a otra, conscientemente, sino que ese cambio hay que hacerlo con aversión -percibida claramente- en contra de la dirección anterior. En otras palabras, «metanoia» no sólo tiene un polo positivo, sino que también tiene un polo negativo: se va hacia atrás tanto como hacia adelante. La persona convertida se vuelve consciente de su ignorancia y de su error, de su rebelión y de su locura. Su conversión incluye a la vez fe y arrepentimiento.
González Ruiz habla de «una "conversión" diríamos en términos clásicos». ¿Qué entiende por clásicos». ¿Qué entiende por cristianos? Que sea sincero y se deje de ambigüedades. ¿Cree que la «conversión» que se ha expuesto aquí es la conversión de los marxistas? No tengo nada contra los marxistas: cada uno es desesperadamente libre de permanecer en su incredulidad.
Por último, en el contexto aquí tratado, ¿alguien me podría aclarar dos expresiones antinómicas? El Papa dijo que el mayor pecado era «no creer en el hombre» (cito de memoria). El obispo de Jaén dice que él «no cree en el hombre». El teólogo González Ruiz se pone de parte del Papa. De veras que estoy sumamente confundido. /
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