Pina López Gay: "Los partidos llevan al autoritarismo y a la burocratización"
Hace ya seis meses que Pina decía en este periódico que «el partido es un mal menor», y añadía que "de hecho estamos luchando por una sociedad en la que no sean necesarios los partidos».Hoy, tras nueve años de militancia, la secretaria general de la Joven Guardia Roja ha madurado esas ideas -«llevaba meses pensándome lo de irme»- y ha decidido unir su lucha a la juventud, los ecologistas, las mujeres y todo lo que ella llama «nuevos movimientos emancipatorios», que es algo que repite varias veces a lo largo de su charla. Su postura actual se remonta, en algunos aspectos, a noviembre de 1978, cuando el congreso de la Joven Guardia Roja decidió desengancharse del entonces Partido del Trabajo «no de forma razonada, sino más bien intuitiva».
Pregunta. Y les anatematizaron los santones del partido.
Respuesta. Sí; la dirección del Partido del Trabajo no lo asumió porque veían en ello una idea antipartido; pero nosotros pensamos que la juventud tenía que ser independiente y nos negamos, con nuestra postura, a la concepción marxista-leninista de la juventud como apéndice del partido. A mí se me crearon contradicciones personales, porque yo tenía el dogma del marxismo-leninismo metido en el cuerpo. No obstante, aunque algunos militantes aceptaron nuestra decisión, al final venció el dogmatismo y a los pocos meses, en las elecciones, les dimos el voto al PT, aunque hubiéramos tenido que hacer una candidatura unitaria de lajuventud.
P. Usted dice ahora que un partido marxista-leninista no puede llevar a cabo la revolución.
R. Es que el concepto de un partido marxista-leninista es que la revolución se hace por un proceso de toma de conciencia de las masas, y aunque se les da a los movimientos de masas un carácter reivindicativo no se admite que produzcan conciencia revolucionaria por sí mismos, sino que ésta la produce el partido. Como el proletariado es el único revolucionario y su partido m-1 el único representativo, éste tiende a menospreciar y a subyugar a las demás corrientes marxistas, anarquisias, etcétera; al ser la clase obrera el único sujeto revolucionario, se tiende a despreciar a otros movimientos emancipatorios, como la juventud, las feministas o los ecologistas, a cuyos carros pretenden subirse sólo en plan electoral.
P. Y entonces se crea la dependencia, de la que últimamente hablan ustedes.
R. Hay una dependencia a todos los niveles de las masas con respecto al partido, porque el partido es un fin en sí mismo. Hay una dependencia total de los dirigentes y de los comités inferiores, con los superiores, y es lo que llaman el centralismo democrático, que en un momento de suma clandestinidad es excusable; pero sólo entonces. Ello lleva al autoritarismo de los dirigentes y lleva también a la burocratización, pues el partido da respuesta a todo y se crean miles de secretarías para ello.
Pina López Gay dice que la sociedad y todos los partidos están en crisis porque hay también una «crisis civilizatoria». Hay que tener en cuenta que, junto con la clase obrera, surjen nuevos sujetos revolucionarios de carácter estratégico ligados a nuevas causas: los nacionalismos, el ecologismo, la juventud. «Los protagonistas de estos movímientos», afirma, «saben que es imposible conseguir sus objetivos sin tumbarse esta sociedad». Habla de la importancia de la felicidad aquí y ahora, sin alegar que el sacrificio actual nos dará un mañana más apetecible. «Yo, como representante de un partido que ha engendrado todos los males de la sociedad, como la burocratización o el autoritarismo» insiste, «no puedo decirle a la gente que dentro de treinta años voy a hacer una sociedad libre, carente de ese autoritarismo».
P. ¿El PT, sin la fusión con la ORT, hubiera evitado sumergirse en estos que usted califica como males?
R. El Partido del Trabajo hubiera ido igual a la crisis; hay que tener en cuenta que la unificación no se dio en condiciones de igualdad, porque el PT era más numeroso. La fusión vino, en todo caso, a atrasar la evolución del partido hacia la autodisolución, o hacia la formación de una nueva fuerza. De ambos no podría decir quién se llevó el gato al agua, porque, además, mira qué gato se van a llevar, yo no lo querría para mí. Pero volviendo al principio de la pregunta, sin la fusión también se hubiera ido a la crisis. Los problemas en Andalucía ahora no son con los de ORT, sino entre gente del propio PTA.
P. ¿Hay alguien que haya acabado con el Partido de los Trabajadores o PT y ORT se casaron ya embarazados, de penalti?
R. Nadie es capaz de cargarse un partido, sino que éste entra en crisis. Cabían entonces dos opciones: convertirse en secta dogmática dentro del partido o liquidar el concepto de partido, que es lo que hemos hecho muchos militantes del antiguo PT. Yo le doy al PTE poco tiempo. Serán fundamentales los congresos del PTA (primeros de junio) y de Cataluña. La gente que quede no creo que vuelva a denominarse ORT, porque más bien les interesará conservar las siglas del Partido de los Trabajadores.
P. Se ha dicho que el PT ha ido siempre dos años a remolque del partido comunista. ¿Esta mirada a las formas alejadas de patrones tradicionales que usted propugna no sería un proceso, en cierto modo, similar al eurocomunismo?
R. El partido comunista no tiene nada que ver con esto, porque es del más puro estilo marxista-leninista y estalinista; lo único que ha hecho es dulcificar los conceptos para adecuarse a una sociedad europea y, más que hacer la revolución, lo que quieren es copar puestos de poder. Es, políticamente, reformista.
P. Si rechaza los partidos, ¿por qué piensa mantener la Joven Guardia Roja?
R. Porque pienso que es conveniente -no necesario, ya que no creo que nada lo sea- que haya una organización juvenil que impulse el rechazo global de la actual juventud al sistema; que lo impulse como una corriente de pensamiento del movimiento juvenil, sin excluir a ninguna fuerza y siempre intentando la unidad de todos los jóvenes; pero no una unidad de siglas sino de aportaciones. Una organización juvenil sin el padre-partido puede marchar perfectamente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.