Entramados de acero y cristal
Para proseguir con la crítica -ya iniciada en Mi tío- de la capacidad anuladora que posee el progreso mal llevado, Tati hace una exposición del delirio ciudadano. Y de nuevo, también, aparece Hulot, ese hombre de la eterna gabardina y del paraguas, con aires de no entender nada, que pasea su despiste por los entramados de plástico, acero, hormigón y cristal. Un cristal que distorsiona, confunde imágenes, y muestra a la vez que toda la gente es igual de anodina en todas las casas, en todos los países.Los turistas americanos, que pululan durante la película de acá para allá, visitan un París -gran decorado invento de Tati- que les sorprende y lo multifotografían, pero que resulta idéntico a Nueva York o a cualquier ciudad cosmopo lita. Tati insiste en esta idea de la uniformidad ilustrándola con varias bromas. Una de ellas tiene lugar en una agencia de viajes, donde todos los carteles publicitarios que prometen paraísos exóticos tienen como único reclamo la figura de un monstruoso rascacielos. Y otro ejemplo es el enorme parecido entre una gran oficina y un salón de exposiciones.
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Guión y dirección: Jacques Tati. Fotografía: Jean Badaly Andreas Winding. Arquitecto decorador: Eugene Roman. Intérpretes: Jacques Tati, Barbara Dennek, Jacqueline.Leconte y otros. Color. Fecha de reposición: 8 de agosto de 1980. Local: Luna 2.
En esta producción deTati quizá se eche de menos la acción contenida en otras anteriores, pero las facultades mímicas del actor y director francés siguen estando presentes y los momentos con cierto letargo son hábilmente superados con escenas geniales, como las que tienen lugar en la improvisada inauguración del hotel, o la de un anciano portero enfrentándose al endiablado cuadro de mandos de un edificio ultramoderno.
Babelia
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