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La guerra entre Irán e Irak

El Ejército de Jomeini intenta detener la ofensiva iraquí sobre Abadán

Decenas de carros de combate iraquíes apoyados por artillería pesada iniciaron ayer una nueva ofensiva desde la franja del territorio iraní que ocupan al sur del Juzestán y a unos veinticinco kilómetros de distancia de Abadán, la capital petrolera de este país El nuevo ataque parece orientado a cercar dentro de una gran bolsa las ciudades de Jorramshar y Abadán, que desde el comienzo de la guerra resisten los embates continuos de los iraquíes.

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La nueva ofensiva se produce en un momento en que los frentes terrestres del eje Qasr el Eshrin-llam, al norte del Juzestán, se encuentran detenidos y en los que el avance o el retroceso de un palmo de terreno implica durísimos combates.El nuevo despliegue de los carros de combate y las unidades móviles de Irak comenzó ayer velozmente a través de la llanura desértica del área septentrional de Abadán. En su avance, los vehículos de la artillería iraquí están siendo duramente hostigados por helicópteros iraníes provistos de cohetes, así como por cañones antitanques y artillería pesada. Hasta ayer, las tropas iraníes controlaban la carretera que une Jorrainshar y Abadán con el puerto de Bandar Jomeini -antes, Bandar Shapur- y el sur y el este del país.

Hasta el momento, el área de territorio de Irán ocupada por las tropas iraquíes en el sur del Juzestán comprende una extensión rectangular de unos treinta kilómetros de profundidad desde la frontera y unos cincuenta de longitud, desde la localidad de Garmsdaslit hasta la de Hamid, aproximadamente. El frente norte, que abarca desde las inmediaciones de Qasr el Eshrin hasta llam, permanece casi completamente estancado después de los retrocesos experimentados durante los últimos días por la infantería iraquí. Decenas de miles de guardias revolucionarios islámicos (pasdaran) y de tropas regulares resisten tenazmente en esta zona y en el sur del Juzestán.

Los combates, por ejemplo, continúan en las inmediaciones del puerto de Jorranishar, inmediato a la frontera de los dos países. Según todos los cálculos, la intentona iraquí de cruzar con pontones el río Karun, que atraviesa Jorramshar, habría fracasado, y la nueva ofensiva con carros de combate apoyados por la artillería de Irak se realiza en dirección diagonal NorteSur, desde Garmsdasht hacia Abadán y Bandar Jomeini.

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Las incursiones de la aviación iraquí arrojan cada vez un mayor número de víctimas civiles íranies

Viene de primera página

Un grupo de periodistas iraníes y extranjeros, entre los que se hallaba este enviado especial, pudo observar ayer a escasos kilómetros de Abadán el fuego abierto por helicópteros iraníes provistos de cohetes contra una columna iraquí que avanzaba en dirección Este-Oeste a unos cinco kilómetros de distancia en paralelo a la carretera que une Abadán y Bandar Jomeini.

Desde un autocar se podía contemplar perfectamente la evolución del combate sobre un páramo desértico batido por el humo de las refinerías y oleoductos cercanos recientemente incendidados, cuyas columnas alcanzaban varios kilómetros de altura.

Según algunos observadores, el Ejército iraní habría permitido esta nueva penetración iraquí con el objeto de cortarla más tarde sobre el eje Ahwaz-Abadán, mediante una intensa contraofensiva desde ambas ciudades. Sin embargo, el propósito iraquí consistiría en aislar Abadán y Jorramshar en una gran bolsa y obtener una victoria resonante a lo largo de esta guerra que hasta el momento no registra grandes sobresaltos por la ambigüedad bélica de sus resultados, muy poco espectaculares.

Por otra parte, el control iraní sobre Dezful y Ahwaz, la más importante base aérea del sur del país y la capital del Juzestán, respectivamente, es casi completo, salvo durante las incursiones de la aviación iraquí, que cada vez arrojan un mayor número de víctimas civiles. Según fuentes oficiales de Ahwaz, las baterías antiaéreas y la aviación de Irán abatieron ayer doce Mig enemigos, cinco de ellos sobre la isla petrolera de Jarg, cerca del puerto de Busher, en el golfo Pérsico. Dezful registra continuamente un intenso cañoneo sobre sus poblaciones cercanas, que los iraquíes realizan desde sus baterías y lanzacohetes instalados en la frontera, a unos sesenta kilómetros

En cuanto a Ahwaz, y al igual que Dezful, pese al hostigamiento aéreo casi diario, no ha registrado importantes movimientos de población a consecuencia de la guerra, y la vida discurre por sus calles » con normalidad casi plena, al igual que en la populosa ciudad de Abadán.

En Jorramshar, sin embargo, la situación es muy distinta. Su población ha abandonado la ciudad muy sensiblemente y el pasado lunes la frecuencia de los obuses y de los morteros era de uno cada dos minutos. Las tropas que combaten allí por parte iraní están nutridas ampliamente por pasdaranes, todos ellos muy jóvenes, y todos los mullahs van provistos de ametralladoras, metralletas o pistolas. El tránsito de heridos o de muertos en ambulancias a lo largo de la despoblada ciudad era el lunes muy intenso.

En esta ciudad, un grupo de médicos y de enfermeros del hospital Mossadegh mostró a los periodistas iraníes y extranjeros los efectos del bombardeo con cohetes del recinto sanitario dirigido sobre Jorramshar hace diez días. Seis personas resultaron muertas bajo las bombas y más de 150 heridos graves tuvieron que ser inmediatamente evacuados bajo los disparos de la artillería. Un enfermero, de nombre Sadeq, con un gesto de ira, tiró sobre nuestros pies trozos de metralla de gran envergadura para mostrar, a su manera, lo que piensa sobre el bombardeo.

Quirófanos destruidos

Gran parte de los quirófanos fueron destruidos y sobre sus techos se ven enormes boquetes causados por los impactos. El bombardeo sobre el hospital de Mossadegh fue intencionado.

La ofensiva de carros de combate iraquíes registrada en Jorramshar en la primera semana de la guerra fue detenida contundentemente por centenares de lugareños y jóvenes pasdaranes provistos todos de botellas de refrescos llenas de gasolina, en combates nocturnos que los pocos pobladores que quedan en la ciudad narran con los ojos llenos de lágrimas. «Murieron muchos, pero de ellos murieron muchos más y detuvimos los tanques», dice un clérigo chiita.

Las gentes de Jorramshar parecen ya habituadas al fragor de los cañonazos, que, al reventar a muy poca distancia, parece como si arrasaran sembrados enteros con su fuego. El miedo sólo se les percibe en los ojos, pero únicamente cuando el bombazo ha destruido el tejado de enfrente o cuando suenan esos impactos a los que siguen dos ecos secos, como si decenas de árboles hubieran sido arrancados de cuajo.

A unos kilómetros, las humaredas que suben al cielo desde los tanques incendiados de la refinería de Abadán forman verdaderas planchas de humo en un cielo que durante mucho tiempo no dejará de ser negro.

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