Un mes de espera
El pasado 22 de septiembre, los 35 sindicatos independientes (MKZ) polacos decidieron en Gdansk la formación de un «sindicato profesional independiente y autogestionado» bajo el nombre de Solidaridad, a propuesta de Lech Walesa. Dos días más tarde se inscribía en el registro de Varsovia y se depositaban sus estatutos ante el juez. Al día siguiente tenía lugar un hecho sin precedentes: sindicalistas autónomos de todo el país, con Walesa al frente, se reunían con los viceprimeros ministros polacos.Las dilaciones del Gobierno para la legalización definitiva provocaron la convocatoria de una huelga «simbólica» de una hora para el 3 de octubre, que tuvo un éxito desigual en las distintas regiones.
Por su parte, el juez de Varsovia opuso tres objeciones a la legalización: la extensión de sus actividades a nivel nacional, el no reconocimiento del papel dirigente del POUP (Partido Comunista polaco) y el hecho de que los responsables políticos no pudieran acceder a cargos directivos en Solidaridad.
El 15 de octubre, la situación parecía haber cambiado, Henryk Jablonski, presidente del Consejo de Estado, invitaba a Lech Walesa para tratar temas relacionados con la situación social en Polonia,
Según sus portavoces, Solidaridad cuenta con cuatro millones de afiliados.
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