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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Un Gobierno para una crisis

El pasado día 3 de octubre un importante líder socialista -Pablo Castellano- publicó un artículo que parecía una dura reprimenda a la dirección del PSOE. Más o menos venía a deciv que el partido pudiera estar separándose de una ortodoxia a respetar y conservar.Cuando un texto llega de la pluma del diputado socialista por Cáceres, Pablo Castellano , lo menos que se puede hacer es analizarlo y estudiarlo. Ni es nueva ni es despreciable su labor por el socialismo. Lo he dich 3 dentrd y fuera del partido: cada uno de nosotros tenemos un papeD que cumplir en la lucha contra la derecha variopinta de UCD, y Pablo Castellano debe tener el suyo. En concreto, y como ejemplo: ¿quién podría colocar mejor que Pablo Castellano al borde de la renuncia o la claudicación a Fernández Ordóñez? ¿Quién mejor para la defensa infinita de los derecios del hombre que este ácrata fundido en el molde férreo del socialismo?

Por otra parte resulta grato comprobar que el debate interno socialista, que -,ulmina en el 28º congreso, está cerrado. No hay en el artículo que cito aquí ni una línea que reverdezca un intento de cuestionar la identidad del PSOE. No se habla de qué somos los socialistas, sino de qué hacemos y, sobre todo, cómo lo acometemos. Bien venida sea esta actitud que significa hablar de cómo llegar al poder y para qué, y no de otros temas ya resueltos. Confirma Pablo Castellano lo que in las calles y en las fábricas está claro: que el PSOE es una inteligible posibilidad de cambiar el preocupante, inepto y conservador Gobierno de UCD.

Pero el campo de la discrepancia es ahora el cóme y el para qué. Discutamos primero el para qué, ya que -normalmente- el cómo será sólo cuestión de aritmética política, si está bien enmarcado teóricamente y se acepta la honestidad como norma.

Paro y violencia

¿Cuáles son los grandes retosque toda la sociedad española tiene planteados hoy, pero que son más duramente vividos por la clase trabajadora? Estimo que son dos: paro y violencia. Y tres problemas en paralelo: construcción del Estado autonómico (incorporación de ayuntamientos, regiones y nacionalidades a la pirámide de la responsabilidad estatal), desarrollo del poder obrero (incorporación de los trabajadores a la dirección de la economía en general y de la empresa en particular) y readaptación de la economía a la nueva era que está en puertas. Por supuesto que hay más, muchos más, temas que afectan a las partes e influyen en el todo; por ejemplo, el tema hoy destrozado de la cultura, donde o se está en el spleen o se está en el llanto; o el tema de la milicia, donde el conformismo está inundando todas las esferas; o la política exterior, que hizo su mayor esfuerzo poniendo una corona real en los aviones de Iberia.

Pero volvamos a la médula de la cuestión. ¿Qué preocupa al trabajador? No le demos vueltas: el paro y la violencia. No hay, pues, ningún tema prioritario a estos dos para el partido socialista. Y no acepto más ortodoxias que las que mis colegas de partido o mis compañeros de clase plantean. Lo contrario es un iluminismo o un leninismo que nadie, y menos un socialista tan consciente como Castellano, reivindica.

El poder y sus alternativas

¿Cómo luchamos con la cortedad de un centenar y un cuarto, de votos parlamentarios contra los ciento y casi tres cuartos del poder? Acción en la calle y en la fábrica, acción en los municipios, testimonialismo parlamenfario. Poco. Nuestra gente quiere soluciones ya. Y no hay más que una respuesta previa: poder para acometerlas. Y no hay más que dos soluciones para alcanzarlo, o Gobierno de coalición hoy, o triunfo en las próximas elecciones cuando sean. En estos términos sencillos acepto todas las polémicas con Castellano, porque estoy seguro de que nos pondríamos pronto de acuerdo. El silogismo es así de claro. Los obreros y las clases medias exigen una política distinta de la de UCD para proteger sus intereses -el PSOE es la única posibilidad de cambio social en tal sentido; para cambiar, la situación es preciso contar con poder; luego el PSOE tiene que lograr el poder. Segundo razonamiento: para lograr el poder hay dos cauces: coalición ya o elecciones cuando quiera UCD.

Si yo pudiera ponerlo a referéndum, la respuesta entre los numerosos afectados por la obra de UCD diría ya. Y, como partido, además tendría el valor de hacerlo público, porque no se me alcanza que un esteticismo egoísta pueda cubrir la urgencia de un pueblo que pide cambio y seguridad. Habría que decir públicamente, por ejemplo, que los socialistas estamos decididos a colaborar en la dirección del Estado si explota la Goma 2 almacenada o si llegamos a dos millones de parados, o si falta el petróleo, o si los muertos del terrorismo nos dejan sin pulso, o si... Esto no es traición a ortodoxias, es sensibilidad con aquellas capas populares que no pueden ver más que con ira a una cierta clase política que confunde su virginidad con los intereses de la mayoría.

Pero aún más: cuando tenemos a un Suárez al borde de despeñarse políticamente, cuando sólo falta una vuelta de tornillo para dejarle sin oxígeno popular, he aquí que en el partido socialista surgen voces que piden que se espere, que piden que se obtenga el todo y de una vez. Nada más reaccionario al fin y a la postre que un revolucionario del todo. Un pan se come a trozos; entero se atasca en el gañote. De aquél se come la barra entera, y de éste, ni la mitad entre toses.

Necesidad de cambio

Clarifiquemos. Si UCD no sabe gobernar, no se puede esperar. Parados y muertos pueden y deben ser un empuje decidido al PSOE por encima de los libros. ¿Alguien cree que los obreros de la siderurgia en crisis, de la electrónica sin perspectiva o de las miles de Isodeles existentes se irritarían porque -los ministros del área económica fuesen hoy, aquí y ahora, socialistas? Ni uno. ¿Es que las Fuerzas de Seguridad del Estado verían con malos ojos que se clarificase con decisión su lucha y su terrible sacrificio de mano de los socialistas? Pocos. No identifiquemos nuestro modelo teórico de sociedad con lo que es todavía la realidad misma que queremos cambiar.

Yo no digo con estas líneas que lo perfecto para nadie sea un Gobierno de coalición con nadil. No. Lo que digo es que los socialistas tienen que contar con el valor preciso para hacer público que están dispuestos a compartir la tremenda ingobernabilidad de España hoy. Si les escuchan, a apechugar. Que no lo hacen, a esperar las elecciones. Pero nadie que piense que tiene hoy la receta de la recomposición de España puede dejar de decir que está dispuesto a arrimar el hombro ya. Con afecto socialista hacia Pablo Castellano me atrevo a decir que el pueblo español querría que nos mojásemos en el poder cuanto antes. Digo más: el mayor adversario de cualquier coalición es la derecha integrista y el propio presidente Suárez, que sabe que eso seria su final político.

Y quede claro que, si no se acepta esta idea, no me importa y lo acato disciplinadamente. Muchos socilaistas, entre los que me incluyo, acepta mos igual a unos u otros dirigentes siempre que su mensaje tenga cabida en nuestro programa máximo. Que nadie levante la mano de la amenaza de la dimisión o el abandono; dentro del partido socialista quien más convence gana, y los demás aceptan, incluso en su discrepancia. Allá en lontananza hay unas elecciones generales que hemos de ganar. Pero habremos perdido un tiempo precioso. Todos. España, primero; la clase trabajadora, a la vez.

Luis Solana es diputado socialista por Segovia.

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