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La OTAN reaccionará dura y automáticamente ante una intervención soviética

Soledad Gallego-Díaz

Los ministros de Asuntos Exteriores de los quince países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) advirtieron ayer formalmente a la Unión Soviética que toda intervención en los asuntos internos de Polonia será considerara como «una alteración fundamental del conjunto de la situación internacional» y que «los aliados se verían obligados a reaccionar a la manera que exigiera la gravedad de el acontecimiento».El comunicado final, uno de los más duros aprobados por la Alianza Atlántica en los últimos tiempos, no incluye ninguna mención a las represalias diplomáticas, políticas y económicas, que serían adoptadas por los quince en el caso de que dicha intervención soviética se produzca.

Sin embargo, tanto el secretario general de la OTAN, Joseph Luns, como el secretario de Estado norteamericano, Edmund Muskie, señalaron en sendas conferencias de Prensa que los representantes permanentes -embajadores- prepararían una serie de «opciones» que los ministros de Asuntos Exteriores volverían a estudiar en un consejo extraordinario.

Después de dos días de intensos debates en sesión superrestringida, los europeos parecen haber impuesto su tesis, según la cual la Alianza Atlántica no debería dar por hecha la invasión de Polonia ni decidir púbicamente sanciones contra la URSS. Ello no significa que los quince no hayan discutido ya algunas de esas «opciones», sobre todo las de índole política y diplomática. Las económicas y comerciales serán preparadas con más detalle por los embajadores.

Resulta evidente, sin embargo, que, por primera vez en mucho tiempo, Estados Unidos y sus aliados europeos están de acuerdo en el análisis de la posición soviética y que una eventual intervención en Polonia sería considerada unánimemente como «la muerte de la era de la distensión». Precisamente el hecho de que el comunicado final hable de «intervención», y no de «invasión», fue objeto de múltiples preguntas en las conferencias de Prensa celebradas por Luns y por Muskie. Ni uno ni otro quisieron explicar si una represión interna del movimiento sindical polaco -provocada por la intimidación soviética- podría desencadenar también la reacción aliada. Sus evasivas respuestas dejaron entrever sólo que los países de la OTAN podrían adoptar «respuestas graduales», pero no despejaron la incógnita de en qué momento y con qué, criterios los aliados podrían estimar que esa «intervención soviética» indirecta se ha producido.

Aviso en firme

La Alianza Atlántica es unánime en la firmeza de su «aviso» a la URSS. «La distensión auténtica», afirman los quince, «debe tener una dimensión mundial e indivisible. No puede prosperar si la Unión Soviética no respeta estrictamente, en Europa y fuera de ella, la Carta de las Naciones Unidas y el Acta Final de Helsinki en su totalidad». Los aliados lanzan, sin embargo, una «esperanzada» llamada a Moscú y le aseguran que «todo esfuerzo auténtico por su parte de restablecer la confianza necesaria a la distensión nos encontrará siempre dispuestos a responder».

Edmund Muskie, que asiste por última vez a una reunión del Consejo Atlántico, vinculó muy estrechamente los acontecimientos de Polonia y la invasión de Afganistán. «Nuestro comunicado es consecuencia de las dos iniciativas soviéticas. Una puede ser un «accidente», pero dos muestran ya una línea de conducta que amenaza los intereses de la Alianza».

Por ello, los aliados reiteran que la ocupacion de Afganistán es «inaceptable». Recuerdan que la invasión soviética ha provocado un millón de refugiados que huyen de su patria, y señalan que los miembros de la OTAN están dispuestos a actuar individualmente (puesto que la Organización para el Tratado del Atlántico Norte no puede extender su «zona de influencia») en defensa de la paz y para proteger sus intereses vitales, económicos y estratégicos. Además, «los aliados adoptarán, colectiva e individualmente, las medidas de defensa necesarias para responder al incremento de los medios del Pacto de Varsovia y para disuadirle de toda agresión». Una vez más, Estados Unidos ha aceptado la posición europea, según la cual no era necesario referirse al famoso «3%» presupuestario que enfrenta a Washington con sus socios.

El segundo zapato

Interrogado sobre el secreto que rodeaba a las eventuales medidas de retorsión contra la URSS, caso de que invada Polonia o que «intervenga», por ejemplo, mediante unos ejercicios militares del Pacto de Varsovia -tesis que circuló ayer insistentemente en los pasillos del cuartel de Evere-, el secretario de Estado norteamericano se mostró partidario de la «teoría del segundo zapato»: «Cuando oímos en el piso de arriba que el vecino arroja un zapato, estamos seguros de que el segundo va a caer de un minuto a otro ».

Muskie añadió que todavía no era seguro que la URSS haya decidido intervenir, y estimó que, caso de que la invasión se produjera, no constituiría «un paso» del Ejército soviético hacia otros objetivos.

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