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Kurosawa y Wajda, los mejores del Festival de Belgrado,

Si el director de cine japonés Kurosawa se ha llevado para su filme Kagemusha el reconocimiento no oficial de mejor película del Festival Internacional de Cine, el director polaco Andrés Wajda ha obtenido el Sello de Oro, que otorga el diario Vechernie Novosti a la mejor película. Con ello, Wajda, polaco de suerte en Belgrado, se convierte en el único director que se ha llevado dos veces el mismo premio en este festival.Miles de belgradenses vieron durante siete días más de sesenta películas de una treintena de países. El festival, no competitivo oficialmente, es una reseña anual que pretende que el público belgradense acceda a un paquete de grandes cintas del momento. La Unesco señala que Yugoslavia ostenta los índices más altos de Europa en aumento de espectadores.

Pero no le faltan detractores bien argumentados a este festival, que se autodenomina la muestra de Los mejores filmes del mundo. El crítico de la revista yugoslava Nin consideraba poco serio iniciar el festival con el Kagemusha, de Kurosawa. En su poco piadosa opinión, la película ganadora del primer premio de Cannes no pasa de ser «probablemente el último deseo de un anciano, la obra testamenteria de Kurosawa», ante la que se muestra indulgente, pero no entusiasmado.

Uno de los seleccionadores del programa de este festival, Bogdan Tinarnich, se pronuncia contra «los grandes ya desgastados del masaje intelectual» que serían Fellini, Bergman y otros, de tanto favor entre la intelligentsia serbia, que este año han estado poco representados. Declara el mismo firmante que este festival ha sido un fracaso de organización y que dista mucho de ser el de los mejores filmes del mundo, dado que ni estuvo presente el cine fantástico del Lester,de Superman 2, ni Shining, de Kubrick, ni La tercera generación o Lili Marlen, de Fassbinder. La actriz francesa Andrea Ferreol, que actúa en El último metro, de Truffaut, declaraba en Belgrado que Fassbinder es el mejor cineasta del momento y que Alemania Occidental es la mayor potencia cinematográfica del Viejo Continente.

Las cinematografías de los países socialistas estuvieron presentes, como es lógico, en Belgrado. La película soviética La tripulación, de Alexandar Mitta, se incluye en la ola catastrofista que tanto priva hoy en la cinematografía mundial con alarde de medios económicos. Al contrario, la obra también soviética Con sigilo, de Andrey Tarkovski, sorprendió con sus planteamientos existenciales, las alegorías religiosas y la búsqueda de una zona de calma y felicidad que podría encontrarse tanto en una prometida Ciudad de Dios, como en el comunismo, sin que el autor ayude a situarla.

Dos filmes, el checo Signum laudis, de Martin Holly, y el húngaro El encuentro de Fabian Valint con Dios, de Zoltan Fabri, giran en torno a la primera guerra mundial y han recibido el diploma de mérito por la calidad de una fotografía nostálgica de tonos desvaídos.

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