Los padres españoles
emigrados a Bélgica aprovecharon ayer las manifestaciones del Primero de Mayo para dar estado público a una reivindicación que no tiene mucho que ver con sus condiciones laborales, pero que afecta profundamente a la identidad de sus hijos como ciudadanos. Según la ley española, todo recién nacido debe ser inscrito en el registro con el primer apellido del padre y el primero de la madre, mientras que la ley belga prescribe que sea inscrito con los dos apellidos del padre. Los quebraderos de cabeza se producen cuando uno de los hijos está inscrito en Bélgica y otro en España y se encuentran con que documentalmente no son hermanos. O más curioso aún, con que el inscrito en Bélgica es, según el sistema español, «hermano de su padre».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.