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El jurado se retira para decidir si el "destripado" mató por placer o por enfermedad

Andrés Ortega

El juicio de Peter Sutcliffe está tocando a su fin. El juez Boreham señaló que hoy mandará retirarse al jurado para que llegue a un veredicto, concentrándose, según las recomendaciones del juez, en las declaraciones del principal testigo, el propio acusado. La defensa sigue manteniendo que Sutcliffe padece una enfermedad mental, esquizofrenia paranoica, mientras que el fiscal insiste en que Sutcliffe mató por placer.

Peter Sutcliffe se ha confesado autor de la muerte de trece mujeres, aunque alega homicidio con atenuante, y no asesinato. El juez Boreham, en su resumen final del caso, ha señalado que sólo el propio Sutcliffe podía decir al tribunal lo que estaba ocurriendo en su mente cuando, estaba matando a sus víctimas. Las pruebas son de dos, categorías, explicó: médicas, de acuerdo con las opiniones de los psiquiatras sobre el estado mental de Sutcliffe, y de hecho.El jurado, según el juez, debe ahora decidir si Sutcliffe mintió o no al hablar de su experiencia primaroa y traumatizante en un cementerio, cuando tenía diecinueve o veinte años de edad, y si se puede pensar que el acusado no engaña a los médicos al creer que oyó un mensaje del propio Dios.

Para que fuera válida la alegación de la defensa de que se trata de un caso de homicidio y no de asesinatos, ésta tenía que demostrar que Sutcliffe sufría una enfermedad mental y no era responsable de sus acciones, explicó el juez al jurado, compuesto por seis mujeres y seis hombres, dando lectura a continuación a un relato detallado de la muerte, entre julio de 1975 y noviembre de 1980, de las trece mujeres víctimas del destripador.

Poco antes, el abogado defensor, James Cadwin, explicó que la pauta de los ataques de Sutcliffe a las mujeres cambió al creerse protegido, por Dios. La mujer de Sutcliffe, Sonia, estaba en los bancos normalmente reservados para la Prensa y, mirando fijamente al juez, escuchó al defensor decir que, o bien su marido había matado o atacado a todas esas mujeres porque quería matarlas y disfrutaba haciéndolo, o bien otra explicación era que, por alguna razón, tenía que matar. «Esta razón», dijo Cadwin, «se basa en su enfermedad».

El fiscal, sir Michael Havars, describió a Sutcliffe como un hombre que había atacado a veinte mujeres, matando a trece de ellas no porque estuviera loco, sino porque disfrutaba haciéndolo.

Havars señaló que Sutcliffe había conseguido convencer a los psiquiatras de que estaba loco porque los médicos no habían consultado para su diagnóstico a nadie, salvo al propio acusado. Si el jurado decide que Sutcliffe tiene una enfermedad mental y es autor de homicidios con atenuante, éste pasará diez años en un hospital, pero si decide que es puramente un asesino, Sutcliffe será condenado a cadena perpetua, treinta años en el Reino Unido.

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