2.500 millones de pesetas para favorecer la venta del C-130 Hércules
El escándalo Lockheed, el caso más conocido, aunque no el más importante por el monto de las sumas empleadas, de sobornos realizados por compañías norteamericanas, saltó a la luz pública en febrero de 1976. La compañía Lockheed Aircraft había establecido seis años antes «un agresivo sistema de ventas», basado en destinar importantes sumas en concepto de comisiones a aquellas personas que, por el papel que desempeñaban en sus países, pudiesen influir decisivamente en la realización de pedidos de productos elaborados por la poderosa multinacional.El gigantesco iceberg comenzó a descubrirse a través de las investigaciones de un subcomité creado en el Senado de Estados Unidos para averiguar las actividades de la ITT en Chile, y que luego extendería su encuesta a las empresas multinacionales que trabajan en cualquier país. El subcomité estaba presidido por el senador demócrata Frank Church.
Alrededor de 38 millones de dólares (más de 2.500 millones de pesetas en aquella fecha) fueron empleados por la compañía para favorecer sus ventas, fundamentalmente el modelo de avión de transporte militar C 130 Hércules, en diferentes países. El escándalo afectó, además de España, a Suráfrica, Nigeria, Grecia, Holanda, Japón, República Federal de Alemania, Italia, Turquía, México y Colombia. Las últimas ramificaciones del asunto, puestas de manifiesto hace menos de un año, han salpicado también a Portugal.
Altas personalidades políticas, entre las que cabe citar al príncipe Bernardo de Holanda; a los ex ministro de Defensa de Italia Luigi Gui y Mario Tanassi; al ex ministro de Defensa alemán Franz Josef Strauss, y al ex primer ministro japonés Kakuei Tanaka, que fue encarcelado, se vieron presuntamente implicados en los sobornos que la compañía norteamericana repartió para potenciar las ventas de sus aviones.
Tres años después de iniciada la encuesta, el 3 de junio de 1979, se dio por finalizado el asunto Lockheed en Estados Unidos con una multa impuesta a la compañía de cuarenta millones de pesetas como castigo de los 150 millones repartidos entre funcionarios japoneses. Al presidente y vicepresidente de la
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2.500 millones de pesetas para favorecer la venta del C-130 Hércules
Viene de página 26compañía, que habían dimitido en febrero de 1976 como consecuencia del escándalo, les fueron retirados los cargos.Conexión española
La conexión española de la Lockheed fue dada a conocer por la Prensa norteamericana en los primeros días de febrero de 1976. Las comisiones, que ascendieron a más de setenta millones de pesetas, estaban, al parecer, relacionadas con la compra de tres aparatos C 130 Hércules. Otros cuatro aviones de ese modelo habían sido adquiridos con anterioridad y el valor total de los siete aviones de transporte habría supuesto un total de 53 millones de dólares. Los pedidos se formalizaron durante el paso por el Ministerio del Aire de los generales Díaz-Benjumea y Cuadra Medina.
La fiscalía del Tribunal Supremo facilitó en noviembre de 1976 la primera información oficial sobre el caso Lockheed. El informe no hablaba de sobornos, sino de irregularidades de la empresa vendedora en España.
La representación de la Lockheed en España la ostentaba una sociedad anónima denominada Aviónica, en la que figuraban como únicos accionistas Fernando Herce Valdivia, Jenaro Meléndez Cebrián y Francisco Company Almarche. Relacionados con los asuntos de Aviónica estaban el general Luis Rey Rodríguez, el coronel Carlos Grandal Segade y, hasta 1973 en que fue apartado del grupo, Luis Sáenz de Pazos.
La mayor parte de las comisiones asignadas por la Lockheed, detraídos los gastos propios de la empresa y el pago de colaboraciones técnicas, se repartió entre los citados Rey, Grandal y Herce, a razón de aproximadamente veinte millones de pesetas cada uno. Sáenz de Pazos sólo percibió hasta el momento de su separación unos tres millones de pesetas. Miguel Angel Ximénez Embún, por su colaboración en la promoción de ventas, recibió unos diez millones de pesetas.
El dinero consignado por la Lockheed a Aviónica no se envió directamente a España, sino que, en dólares, fue depositado en Suiza, en cuentas numeradas, e introducido clandestinamente, convertido en pesetas, utilizando los servicios de contrabandistas de divisas, que se entendían con Herce, el cual distribuía los fondos de modo privado, sin recibo, entre los interesados. Por el tráfico ilícito de divisas se instruyó expediente en el Juzgado de Delitos Monetarios.
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