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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Un mes después

Cuando se ha cumplido un mes desde que ocurrieron las espeluznantes muertes de tres jóvenes en Almería, tras ser detenidos por guardias civiles, mantengo la esperanza de que la actuación judicial permita esclarecer totalmente lo sucedido.Las informaciones que ha venido publicando EL PAIS sobre el atroz suceso merman considerablemente la credibilidad del Gobierno, cuyo ministro del Interior intervino ante el Parlamento y se refirió a un «trágico error». ¿Qué quiso decir exactamente? ¿Intentaba encubrir comportamientos presuntamente delictivos de miembros concretos de las fuerzas de seguridad?

Una de mis numerosas extrañezas en torno a estas muertes horrendas y absurdas, de ser cierto que se llevaron a los detenidos a un caserón cercano a la ermita de Torregracia, distante unos quince kilómetros, es la finalidad de dicho viaje.

Yo no soy profesional de las fuerzas de seguridad, pero lo más lógico hubiera sido, tras la detención, dirigirse a la comisaría de policía para verificar las huellas dactilares. Probablemente constarían en los archivos las del chico almeriense. Esta verificación hubiera servido para desechar hipótesis sobre posibles parecidos fotográficos.

Finalmente, me atrevería a señalar al máximo responsable de las fuerzas de seguridad del Estado que se ha perdido otra clara oportunidad de coger al toro por los cuernos, dejando a un lado los errores y las tragedias, aunque reconozco que por estas pacíficas tierras de Almería, desgraciadamente, suelen suceder.

Hace pocos meses, en el pueblo almeriense de Huercal-Overa, mientras unos guardias civiles disolvían una manifestación por asuntos relacionados con el cultivo del tomate, una señora cayó trágicamente, se golpeó en la cabeza y murió días después.

Hace pocos años, en la capital, un guardia civil, según la versión oficial, tropezó, se le disparó el arma y murió Javier Verdejo, quien no pudo finalizar la siguiente pintada: «Pan T (aquí sucedió la tragedia) rabajo y Libertad»./

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