El desembarco de la VI Flota de EE UU en Benidorm refuerza la floja temporada turística
Mark, veinte años, de Nashville, Damon, veintidós, de Indiana; Ron, veinticinco, de Nueva York, y Dale, veinticinco, de Jacksonville, buscaban en su primera jornada en tierra un lugar donde poder comerse una paella, «porque queremos aprovechar para tomar comida española». Vestidos con sus inconfundibles trajes de marines, formaban un pequeño grupo de los numerosos que estos días abundan en Benidorm, procedentes del portaviones Forrestal y del destructor Thorn, ambos de la VI Flota del Mediterráneo, y que han escogido esta ciudad de la Costa Blanca para pasar diez días de vacaciones.«¿Beni-qué?», dicen que preguntan los norteamericanos cuando se menciona la ciudad de Benidorm. Y es que Benidorm no aparece en los mapas españoles que se editan en Estados Unidos, ni siquiera en los turísticos. Las gentes de Benidorm lo saben. Partiendo de este hecho, buscaron una fórmula para promocionar su ciudad en aquel país, al igual que desde hace ya muchos años vienen haciéndolo en Europa. Hasta que se les ocurrió la idea de los barcos que operan en el Mediterráneo. Si la operación funcionaba, los propios marines podían ayudar a promocionar el turismo en estas tierras entre sus compatriotas. Y así fue como se decidió invitar al portaviones Forrestal y al destructor Thorn, que durante diez días, con sus más de 5.000 hombres a bordo, se han convertido en invitados de honor de esta villa, que ha hecho del turismo su principal fuente de ingresos.
Atracción para turistas
Fondeados en la bahía de Benidorm, los dos barcos se han convertido estos días en la atracción de los turistas, que están alquilando patines playeros con más asiduidad de la habitual para acercarse, sobre todo, al portaviones, el más espectacular por sus dimensiones. Porque, al no disponer esta ciudad de un puerto donde atracar y llevarse a cabo el transporte barco-ciudad en las lanchas del propio buque, más dos barcos que se han alquilado, se han restringido las visitas al interior del mismo a grupos muy reducidos, entre los que se incluyen aquellas personas que son invitadas personalmente por los propios marines. De esta forma, los patines se han convertido, para la gran mayoría, en la única forma de aproximarse al buque.
"Top-less" para la tropa
Uno de estos patines, ocupado por dos jóvenes turistas, protagonizó la primera de las anécdotas que se produjo nada más llegar a la bahía. Una de las jóvenes se dirigió a un marinero que estaba en el barco, indicándole que le gustaba su gorra, que se la regalase. El marinero le respondió que a él le gustaba el top-less. La turista le proporcionó la visión solicitada y, en ese momento, un incontable número de gorras cayó al mar desde lo alto del barco.Playa, discotecas, restaurantes son los objetivos preferidos de los marines norteamericanos, que durante estos días han inundado Benidorm con su presencia. «También hemos conocido chicas, pero casi todas son extranjeras. Es más fácil para nosotros hablar con ellas, por el idioma, pero nos gustaría mucho tratar con las españolas». Y es que sólo cincuenta marines han tenido ocasión de encontrarse aquí con sus esposas, muchas de las cuales se han trasladado exclusivamente desde Estados Unidos para pasar estas cortas vacaciones con sus maridos, aunque algunas de ellas, las más jóvenes y sin hijos, viven en Europa, viajando de puerto en puerto por todo el Mediterráneo, aprovechando esas contadas ocasiones en las que los barcos en los que viajan sus maridos tocan tierra. Aquellos que se han reencontrado aquí con sus familias se alojan en hoteles de tierra firme. El grueso de los marines vive en los barcos y baja a la ciudad en sus turnos libres.
Porque la vida a bordo continúa. Allí se han establecido unos turnos de trabajo más lentos de lo habitual, pero, aun así, cada día sólo 2.000 marines pueden bajar a tierra. El resto desarrolla su actividad normal a bordo. Algunos han escogido estos días para disfrutar plenamente de sus vacaciones, pero son los menos.
Toneladas de huevos con tomates
Prevista en un principio esta visita para el pasado mes de junio, con una duración más corta, de sólo cuatro días, tuvo que ser retrasada a última hora, cuando ya el barco se encontraba frente a las costas de Valencia, al producirse el bombardeo del reactor nuclear iraquí. Ahora, y como compensación tanto a los marines como a los industriales de la zona, se ha decidido que la estancia dure diez días. Tan sólo en la primera jornada se compraron 6.000 docenas de huevos y cuatro toneladas de tomates en establecimientos de Benidorm. El barco está surtido de carne y leche propias, pero el resto de los alimentos, frutas y verduras, se compra a diario en la ciudad. No hay que olvidar que cada día se preparan a bordo 15.000 cubiertos. Si a estas cifras se suman los gastos que hacen en tierra los marineros, no es de extrañar que esta estancia sea beneficiosa para un Benidorm, que no está conociendo en la actualidad su mejor momento turístico. No es raro que haya entidades bancarias que estos días tengan abierto más tiempo del habitual sus departamentos de cambio de moneda.Por otra parte, y en un gesto entre amable y de promoción, son muchos los hoteles y establecimientos que han ofrecido a los norteamericanos descuentos en sus compras. Muchos marines a los que su graduación les permite vestir de paisano prefieren llevar su traje profesional «porque así recibimos muchas atenciones; aquí hay curiosidad por el barco y vemos que la gente se toma interés por nosotros», afirma un oficial. Esta reacción amable hacia ellos les gusta. «En las tiendas y, en general, en tierra son amables con nosotros. Estamos encontrando ayuda y apoyo. Nos gusta que nos traten como turistas, porque ahora, en nuestra estancia aquí, también somos turistas». Y han resaltado la honestidad con que se les trata, sobre todo a la hora de los cambios y las compras, ocasiones en las que se les trata correctamente, sin aprovecharse de su desconocimiento del idioma y de la moneda.
Corrección
Ellos, a cambio, están ofreciendo un comportamiento correcto en la ciudad. En los primeros días de su estancia no se tenía conocimiento de que se hubieran dado altercados o incidentes de los que ellos hubieran sido protagonistas.Como turistas les ha gustado la playa de Benidorm. Y, sobre todo, les ha sorprendido la limpieza de las playas y del agua. Están tan gratamente sorprendidos, que uno de ellos, en el transcurso de la conversación, y sin que se les hiciese ninguna pregunta sobre el particular, ha manifestado: «Cuando regrese a mí país, si alguien me pregunta por lugares de Europa para visitar, siempre recomendaré Benidorm».
Cortesía o no, este viaje podría surtir los efectos perseguidos. Que se incluyera Benidorm en las rutas turísticas que sobre España se elaboran para los turistas norteamericanos. Y que se pase del «¿Beni-qué?» al «Beni-York». nombre con el que algunos han rebautizado a Benidorm.
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