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El sindicato socialista CFDT se rebela contra Mitterrand

El nuevo poder socialista francés se enfrenta con el primer escollo realmente molesto. No se trata de la oposición conservadora liberal, sino de la fuerza sindical que más contribuyó a la elección de François Mitterrand: la Confederación Francesa Democrática de los Trabajadores (CFDT).

Su secretario general, Edmond Maire, afirma que "las cosas empiezan a funcionar mal verdaderamente". Maire y el ministro del plan, Michel Rocard, por primera vez desde la victoria socialista del pasado día 10 de mayo, centran los comentarios y rumores sobre las divergencias serias que dividen el Gobierno mitterrandista.La CFDT es la segunda central sindical francesa, con un millón largo de afiliados. Socialista autogestionaria, enfrentada de manera permanente a la CGT, el primer sindicato galo, de tendencia comunista, la CFDT se declara independiente, aunque sus orientaciones le convienen, en cierta medida, al Partido Socialista (PS).

Por otra parte, su líder se considera un renovador del sindicalismo francés, en el sentido de la práctica política en la que debe desembocar la acción sindical.

Apartarse de los trabajadores

No es una casualidad, se anotaba ayer en París, que el hachazo que le ha lanzado al Gobierno de Mitterrand coincida con la estancia, en París, del líder sindicalista polaco, Lech Walesa, el hombre que simboliza en estos momentos las posibilidades de un sindicato de incidir en la orientación política de un pueblo.De manera insólita para el Gobierno, tal como lo reconoció ayer el propio primer ministro, Pierre Mauroy, el líder de la CFDT acusa al Gobierno, en términos vigorosos, por no decir agresivos, de conducir una política que "se aparta seriamente, de la esperanza de los trabajadores".

Maire critica las modalidades de las nacionalizaciones porque "se van a burocratizar las empresas". Acusa a los nuevos dirigentes de haber dejado de lado el tema de los derechos de los empleados, y se distancia de la política energética oficial, por considerarla demasiado pronuclear. Estos y otros "puntos de desacuerdo, empiezan a ser serios", dice.

¿Por qué esta salida de tono del sindicato más próximo al poder?. Las más diversas hipótesis inundan el mundo político parisiense. Al mismo tiempo, el hombre político más cercano a Maire, el ministro del plan, Michel Rocard, se vio obligado, ayer, a desmentir públicamente sus eventuales intenciones de dimitir.

Por otra parte, esta ola de disensión político-sindical se produce en vísperas del congreso del PS, en el que el mitterrandismo desearía planchar al rocardismo.

La reentrada de Rocard en la escena política con un plan económico interino de dos años ha sido discreta, su aislamiento político es patente, así como los intentos de hacer desaparecer su corriente en el PS.

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