El interno muerto en Ciempozuelos había sufrido antes varios accidentes
Los padres de Bernardo Ozáez, el muchacho de catorce años interno en el sanatorio psiquiátrico San José, de Ciempozuelos, fallecido en extrañas circunstancias el pasado día 11 en el Hospital Provincial, han denunciado a este periódico que, anteriormente a la muerte del muchacho, éste sufrió varios accidentes, tales como la fractura de un brazo al caerse por una ventana del centro y la pérdida de dos dientes, hecho que apreciaron los padres en dos visitas consecutivas y por los que no obtuvieron ninguna explicación por parte de la dirección del establecimiento.
Ante estos hechos, los padres del muchacho manifiestan que el grado de garantías de seguridad del establecimiento no debiera dejar ningún margen al más insignificante riesgo, y es por esa seguridad por la que los enfermos son ingresados en Ciempozuelos.Por otra parte, el comité de empresa del sanatorio psiquiátrico San José, en un escrito enviado a este diario, rechaza las acusaciones de negligencia por cuanto "son formuladas por un familiar que solamente ha venido alguna vez a visitar al muchacho en los siete años de internamiento". El comité se refiere a las declaraciones formuladas por Francisco Ozáez, hermano de Bernardo (véase EL PAÍS del 13 de octubre).
El comité añade que el muchacho "tenía un coeficiente intelectual de 10, lo que, unido a la tendencia autodestructiva de este enfermo y al régimen de libertad necesario para cada enfermo en las actividades terapéuticas, puede dar una idea a toda persona mínimamente comprensiva de las dificultades asistenciales para evitar estos desgraciados accidentes. Dado que en la unidad -prosigue la nota del comité- conviven enfermos con características clínicas similares a las del fallecido , no son raras ni las auto ni las heteroagresiones, entre las que no quedan excluidos mordiscos y golpes (sic), pese a la asistencia permanente".
Bernardo Ozaez, oligofrénico profundo, falleció el pasado día 11 en el Hospital Provincial, adonde fue trasladado después de sufrir una lipotimia en el centro sanitario de Ciempozuelos. En la intervención realizada por el doctor Egido se le extrajeron del intestino delgado doscientos fragmentos de astilla, tierra, piedrecitas, trozos de piña y una astilla de veintidós centímetros de longitud, que fue la que le causó la perforación intestinal. El muchacho ingresó en el centro con numerosos cardenales, moratones y señales de mordiscos, que le cubrían la práctica totalidad del cuerpo de la joven.
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