Las autoridades universitarias catalanas auguran una "vida corta" a la LAU
«La ley de Autonomía Universitaria (LAU) tendrá una vida corta, si algún día llega a aprobarse, porque no permite una universidad como la que todos deseamos», declaró anteayer en el aula magna de la Universidad de Barcelona, el director general de Universidades de la Generalidad, Ramón Pascual.
El acto tenía como finalidad la presentación del libro La'portació de la universitat catalana a la ciencia i a la cultura, elaborado por un variado número de autores coordinados por la revista catalana de historia L'Avenc y patrocinado por las tres universidades de Cataluña.En el transcurso del acto intervinieron, entre otros, Antoni María Badía Margarit, rector de la Universidad de Barcelona; Antoni Serra Ramoneda, rector de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Enric Ras, vicerrector de la Universidad Politécnica.
Todos ellos coincidieron en afirmar que el futuro de la universidad se presenta problemático. Y todos reivindicaron también el rápido traspaso de las competencias universitarias a la Generalidad y la aprobación de una ley de autonomía universitaria que concediera realmente autonomía a la universidad.
Serra Ramoneda, que analizó el reciente pasado económico de las universidades para intentar adivinar su futuro, fue quien se mostró más pesimista. «La autonomía es imprescindible», dijo, «y las transferencias, indispensables, pero de nada servirá si no nos proporcionan los medios económicos también indispensables».
Situación preocupante
«La situación es muy preocupante», añadió Serra, «ya que si en 1974 la inversión por estudiante y año era de 5.500 pesetas, en 1980, y contando con la equivalencia de valor, sólo era de 3.000 pesetas».Badía Margarit se mostró menos optimista. En su opinión, la universidad produce la impresión de desorden y de indiferencia ante las críticas que se le hacen, pero, a cambio, «proporciona un sentido crítico e inculca un método científico». Afirmó que Lino de los principales problemas actuales de la universidad es la masificación, que podría llevar a la propia universidad o a las instancias superiores a plantearse la posibilidad de limitar el número de estudiantes en un futuro inmediato, como ya se hace en las facultades de Medicina».
Según Ramón Pascual, los problemas actuales, fundamentalmente, son de dos tipos: los derivados de la falta de traspasos o los derivados de la amenaza de la LAU.
Con referencia a la LAU añadió que es totalmente insatisfactoria porque «proyecta una universidad uniforme y una reducción legislativa del Parlamento de Cataluña, a la vez que no garantiza en modo alguno la tarea de investigación que la universidad debe realizar».
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