En tres años podrá determinarse la rentabilidad de la agroenergética en España
Según previsiones de los científicos, para el año 2000 los cultivos agroenergéticos en nuestro país pueden alcanzar una producción de energía equivalente a la contenida en trece o catorce millones de toneladas de petróleo, lo cual representaría entre un 10% y un 15% del consumo total de este crudo.Estos cálculos de producción, que el doctor Jesús Fernández considera muy realistas, se cumplirían mediante el aprovechamiento de las tierras marginales para cultivos energéticos, naciendo así un tipo de agricultura diferente a la tradicional, que no busca, como ésta, la calidad alimenticia de las plantas, sino explotar su potencial energético.
La materia orgánica que las plantas fabrican a partir de la fotosíntesis es transformable, a través de diversos procesos térmicos 0 biológicos, en una serie de combustibles líquidos o gaseosos (etanol, metano, metariol). Los investigadores pretenden conocer qué plantas son más rentables para este tipo de cultivos, dependiendo esta rentabilidad de factores como el clima, el suelo o la cantidad de trabajo necesario piara su cultivo.
La utilización de la biomasa vegetal con fines energéticos no es nueva (se llama biomasa cualquier tipo de materia orgánica que haya tenido su orden como consecuencia de un proceso biológico). Se clasifica según su origen en biomasa fósil (petróleo), primaria (plantas), secundaria (carne de animales heterótrofos) y residual (basuras, estiércol, etcétera), y un ejemplo de ese aprovechamiento antiguo lo constituye la elaboración de carbón vegetal o la simple combustión de la madera. Lo que sí es nuevo es la idea de cultivar especies consideradas inútiles hasta ahora. «Nosotros estamos trabajando», dice Jesús Fernández, «con tres tipos de plantas apropiadas a climas diferentes: la pataca, para la España húmeda y fría; el cardo (en su especie Onopordum nervosum), para la meseta y los terrenos secos, y la pita, la chumbera y otras cactáceas, para el Sureste árido. La tarea nuestra es hacer una mejora genética de estas plantas y optimizar el proceso de conversión de la biomasa en etanol.
Todo el programa de investigación está financiado por el Banco Hispano Americano y Aplesa (filial de Campsa) mediante un convenio con la Fundación Universidad-Empresa. El objetivo del programa que lleva a cabo Jesús Fernández consiste en establecer en un plazo de tres años la factibilidad de los cultivos agroenergéticos en España. «Van a financiar las experiencias necesarias», explica el doctor Fernández, «para hacer un estudio por el que sepamos si este proceso es rentable o no, y en el caso de que no lo sea, cuándo puede serlo, porque al paso que vamos en lo que se refiere al aumento del coste de toda la energía, lo que no es rentable hoy puede serlo dentro de pocos anos».
No obstante, y según los datos que Jesús Fernández nos aporta, estos cultivos tendrán una alta rentabilidad: «Se puede llegar fácilmente a conseguir 5.000 litros de alcohol por hectárea de cardos cultivada. Si consideramos que el precio del alcohol está entre setenta y ochenta pesetas el litro, puede resultar, después de restar costes, incluso más rentable que ciertas plantaciones de trigo».
Sustitución de la petroquímica por la alcoholquímica
Hay que considerar que las aplicaciones del etanol son múltiples: en principio, toda la petroquímica puede ser sustituida por alcoholquímica, y en el campo del transporte Incidirá de manera notable, porque el etanol es miscible con la gasolina y puede sustituir a ésta hasta en un 15% sin necesidad de hacer modificaciones en los motores. La ventaja del etanol sobre otro tipo de combustibles que también se pueden conseguir a través de la agroenergética, como el metano, radica en que, por su condición de líquido, es más fácilmente transportable.
Una vez demostrada la rentabilidad de estos cultivos, tarea que corresponde a los científicos, será el Ministerio de Agricultura el encargado de extenderlos y montar la red de transformación de la biomasa en combustible.
En nuestro país, además de este grupo dedicado a la obtención de etanol, existe otro en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) que trabaja con la Euphorbia latidis (comúnmente, tártago o yerba topera), planta que produce látex, del cual se extraen hidrocarburos. Luis Ayerbe, investigador del INIA, explica los trabajos que se llevan a cabo con esta planta: «En estos momentos estamos plantado la Euphorbia en parcelas pequeñas, y calculamos su productividad con distintas cantidades de agua, abonos y densidad de plantación. En este cultivo experimental, la rentabilidad es alta, porque utilizamos tierra buena; lo que tenemos que descubrir es qué rentabilidad tiene en grandes plantaciones y sobre terrenos marginales. Esperamos poder dar tinas cifras Fiables en dos o tres años».
El proceso que se sigue para la extracción de hidrocarburos a partir de la Euphorbia es de tipo químico: consiste en añadir a la materia seca unos disolventes orgánicos (acetona y heptano), y los hidrocarburos así obtenidos se someten a un proceso de crakeo, por el que se parten en pedazos más pequeños y dan lugar a sustancias como etileno, propileno, tolucrio, fuel, etcétera.
«De la Euphorbia, sigue Luis Ayerbe, «se extraen, además de hidrocarburos, los cuales suponen un 10% de sus componentes, azúcares (20%-25%), que también son sustancias energéticas utilizables para la alimentación de ganado o para ser convertidas en alcohol mediante fermentación».
El interés por la agroenergética en el resto de¡ mundo es cada vez más creciente: en Estados Unidos, el profesor Calvin, premio Nobel por sus descubrimientos en relación con la fotosíntesis, trabaja también con la Euphorbia.
Sin embargo, el país que más se está destacando en la investigación de la agroenergética es Brasil, que pretende sustituir por etanol el 20% de la gasolina que se consume para el transporte para 1985. En España los plazos son algo más largos: «Para finales de esta década», afirma Jesús Fernández, «pueden, estar concluidas las investigaciones y montada en parte la red de tratamiento de la biomasa, con lo que, para 1990, se podrían comenzar las producciones masivas».
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