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Una economía que oscurece el progreso tradicional

Sesudos economistas de países ricos se cruzaron a finales del pasado año en Madrid sus investigaciones sobre un fenómeno que ha empezado a llamar la atención tanto como la propia crisis: la economía o las actividades incontroladas. Al despedirse, casi entonaron el socrático "sólo sabemos que no sabemos nada". Quizá su mayor consenso se centró en que la pujante y ya importante presencia del hecho desdibuja las mejores visiones de la realidad, en que el termómetro de la situación resulta defectuoso y dificulta los remedios contra la febril mezcla de paro e inflación.Esa economía ha recibido hasta ahora muchos nombres: oculta, paralela, sumergida, golfa, irregular, sucia, oscura, invisible, negra, clandestina, subterránea......

Con tanta indeterminación en los adjetivos y definiciones, resulta fácil comprender la diversidad de mediciones. En Estados Unidos hay, expertos que aventuran un 10% del PIB (valor del conjunto de bienes y servicios producidos cada año) y otros que llegan al 30%. En Es paila, las estimaciones publica das van desde el 1,5% (Miguel Angel Moltó, de la Universidad Complutense) al 23%, (Alberto Lafuente de la Universidad de Zaragoza).

Dentro de esa economía atípica, Linos incluyen actividades que otros olvidan, como las ilegales (prostitución, contrabando, juego, fraude, pornografía, etcétera). La exclusión de la ilegalidad imperó en los trabajos de una reunión de expertos en cuentas nacionales celebrada en junio pasado por la OCIDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), preocupada por la distorsión que introduce el fenómeno en las estadísticas. ¿Cómo aventurar que tal economía. ha crecido un 2% o un 3%, en determinado año si todos nos sentimos rodeados por crecientes actividades incontroladas? Guiados por el criterio de que lo ilegal ha existido siempre, los expertos de la OCDE se inclinaron por considerar economía oculta la que no es Ilegal, pero no está controlada.

Anselmo Calleja, funcionario español en la OCDE durante años y actual director general de Política Económica y Previsión, del Ministerio de Economía, ha dicho: "Puedo reafirmar que este año creceremos un 2,5%, con un margen de error de la décima parte. Pero si me piden que cifre la economía subterránea, la respuesta es: sin comentarios". Calleja y Carlos Romero, subdirector general de Política de Empleo, están encargados en España, desde hace un año, de los estudios oficiales sobre el tema, que también ocupan a la Dirección General de Estudios y Documentación de Presidencia del Gobierno, organizadora de la citada reunión de Madrid.

Actividades subterráneas

Si penetramos, en las definiciones españolas por los remedios propuestos, tenemos tres tipos principales de actividades subte rráneas: ilegales; lícitas pero no declaradas a efectos fiscales, de Seguridad Social o de los regla mentos sobre higiene, sanidad y contaminación,, en tercer lugar, y las que cumplen los requisitos legales pero no se incluyen en las estadísticas oficiales por errores o insuficiencias. Las más específicamente ocultas son las no declaradas: en ellas sé aprecia el mayor dinamismo, y son precisamente las que han nacido como respuesta y encaje de la crisis. Prostitutas, delincuentes, defraudadores, pequeños artesanos y agricultores, consentidos o al margen de los controles oficiales, han existido siempre. Pero sólo en los momentos críticos (el precedente español es la posguerra) aparece toda una producción organizada para responder a las nuevas necesidades, como aquí el estraperlo, que fácilmente pudo cubrir la cuarta parte de las compras de alimentos.

Los economistas han dirigido con prioridad su atención a las actividades que se ocultan para escapar de la fiscalidad y de los reglamentos, con el fin de producir a costes más bajos y competitivos; es el caso de numerosas actividades del sector servicios, calzado, confección, juguete, artes gráficas, transportes, etcétera. Muchas estimaciones coinciden en que el fenómeno está institucionalizado en Italia (parece que supera el 20%), se organiza en Suecia, Estados Unidos y Reino Unido (a estos países se les atribuye entre el 12% y el 8% por término medio) y emerge en Francia, República Federal de Alemania y Japón (del 6% al 1 %).

En cualquier caso, lo cierto es que la combinación de paro e inflación generada en Occidente a finales de los sesenta no ha llevado la imaginación al poder. Para los treinta millones de parados oficiales de la OCDE pueden ser un alivio algunos trabajos caseros o a domicilio. Pero los Estados, como primeras empresas de cada país, sufren los mayores costes de la crisis y echan de menos los ingresos fiscales y las cuotas a la Seguridad Social de los empresarios que escapan a su control. ¿Será el fin del Estado del Bienestar?, precisamente ahora que se va a cumplir, en 1983, el primer centenario de la muerte de Marx y del nacimiento de Keynes. Algún teórico ha dicho que de esto saldrán modelos económicos descentralizados y autogestionarios. De momento, los sistemas de protección social ceden el paso a una economía del malestar que oscurece el progreso tradicional y excluye gran parte de las conquistas sociales. Los aparentes beneficiarlos ideológicos están siendo las corrientes neoliberales bautizadas por James Tobin, último nobel de Economía, como las tres contrarrevoluciones que suceden a la revolución Keynes: monetarismo, maeroeconomía clásica y economía de la oferta.

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