Bien venida, subversión
El gran enemigo de la cultura no es la lucha de lo nuevo frente a lo viejo o viceversa, sino la mentira rebuscada, la falsedad repetida hasta la saciedad contra la realidad.Ahora parece que todo son dificultades para la actuación en España de los Rolling Stones. Ni el Atlético de Madrid cede el estadio Vicente Calderón ni el Español Sarriá. El portavoz de este último equipo ha afirmado que teme que los asistentes arrasen el campo y lo dejen sin hierba. Hay en el fondo de esa actitud un rechazo de la cultura viva y dinámica. Quienes mandan en esas cuadrillas -como las ha llamado el alcalde Tierno en ese maravilloso bando que Quevedo no mejoraría-, y también quienes representan oficialmente la cultura, sienten casi siempre un rechazo a la expresión de vitalidad, un odio a la juventud, un espanto calvinista hacia eso que llamamos emoción. Y también un amor inconfesado a la arteriosclerosis cultural. Todo lo que es nuevo les irrita y desde su punto de vista no yerran pues todo lo innovador es subversivo y todo cambio es para ellos una aceleración hacia la muerte. "Esto no es literatura", exclaman los papas del Palmar de Troya cultural cuando la literatura innovadora deficulta sus digestiones de boa. "Eso no es pintura", pontifican con desvergüenza. Pero luego Picasso es admirado por todos, se convierte en el hombre más rico del mundo y recibe a las "grandes personas" con unos calzoncillos como única prenda de vestir.
La cultura no debe ser aburrida ni es un almacenamiento de conocimientos sino una manera de entender la vida. Las, computadoras acaso podrán ser sabias pero jamás serán cultas.
Plantearse hoy en día la actuación en España de los Rolling Stones sometiendo esa presentación a interpretaciones prefabricadas, es una necedad y una irrealidad. Porque muchos, afortunadamente, han nacido en un mundo distinto al del franquismo. Supeditar la actuación de ese grupo musical a la garantía de que no sucederá un hipotético deterioro del césped o a la incontinencia del público, es un acto desafortunado que no mantiene relación alguna con los cambios sociales del pueblo español en general y de la juventud en par ticular.
Basta ya de escuchar disco rayados y de comportarnos como una nación de opereta. Basta ya también de colocar a la juventud en compartimentos estancos o en reservas más o menos cómodas. La democracia exige hechos nuevos, no palabras nuevas a cuyo significado real se tiene pánico.
Queremos que actúen los Rolling Stones, aunque luego dejemos de ver un. partido de fútbol en Sarriá o en el Vicente Calderón, fútbol que por cierto está extrañamente ubicado en el Ministerio de Cultura aunque la actitud de los espectadores en esos campos que ahora se niegan a la cultura viva no pueda considerarse ni modélica ni cultural.
Hace muchos años que los Rolling Stones están cambiando algunas pautas ole la música popular, incluso su contenido. Atraviesan como un huracán las costumbres y hasta el físico de sus contemporáneos, sin duda los Rolling Stones tienen conciencia histórica de su función en un tiempo que todavía es.
Estamos ya muy hartos de ser la reserva espiritual de Occidente primero, más tarde la reserva de mano de obra barata de Europa y ahora la reserva armada de la OTAN.
Babelia
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