Cogida grave de Roberto Domínguez
ENVIADO ESPECIALOtro corridón de toros salió ayer en Pamplona; además, con casta y un peligro sordo, del que fue víctima Roberto Domínguez, cogido de gravedad por el quinto. También sufrió una voltereta Jorge Gutiérrez, el cual tuvo una actuación meritísima.
Jorge Gutiérrez no trae el toreo florido, algo fachendoso y un punto tremendista que es habitual entre sus paisanos, sino conocimiento de la lidia, clasicismo, ortodoxia, y un valor muy auténtico.
Ayer le correspondió, en primer lugar, un torazo de gran trapío, cornalón, que, además, embestía con la cara alta, mejor por el pitón derecho que por el izquierdo, y lo toreó sobre ambas manos, en una faena muy bien planteada. Pero el éxito lo obtuvo en el sexto, otro ejemplar de gran presencia, flojo, noble por el derecho, al que le echó las dos rodillas a tierra para iniciar el trasteo, y luego, en los medios, instrumentó series de redondos con temple y ligazón. Por la izquierda el toro iba mal, pues se cruzaba y echaba la cara arriba, a pesar de lo cual le aguantó las embestidas en varios naturales, y en uno de ellos salió volteado de mala manera.
Toros de Félix Hernández Barrera, muy bien presentados, con casta
Ruiz Miguel. Pinchazo, estocada desprendida y descabello (oreja). Cinco pinchazos, rueda de peones y descabello (silencio). Roberto Domínguez: Pinchazo y estocada corta (silencio). Estocada caída (vuelta). Jorge Gutiérrez: Estocada delantera desprendida (silencio). Estocada (oreja). Parte jacultativo. Roberto Domínguez sufre cornada en región torácica derecha, con hundimiento de costilla, que lesiona pleura parietal, de pronóstico grave. Jorge Gutiérrez, puntazo leve en el labio. Plaza de Pamplona, 10 de julio. Quinta corrida de los sanfermines.
La cogida no arredró al mexicano, que volvió a la cara del toro aparentemente relajado; de nuevo toreó de rodillas; ya de pie, continuó con los redondos, y se adornó pendulando el engaño, al estilo de su paisano Manolo Martínez. Jorge Gutiérrez marcando los tres tiempos del volapié de un estoconazo tiró al toro sin puntilla.
La presidencia le concedió una oreja, y merecía más el mexicano.
En el quinto toro, un ejemplar de gran trapío e impresionante cornamenta astifina, Roberto Domínguez resultó cogido de gravedad. Toreaba el vallisoletanto con el decoro y el buen gusto que son habituales en él, pero sin hondura, por eludir los posibles peligros de una embestida. El público apenas le hacía caso y, cuando se decidió a arrimarse de verdad, el toro ya estaba pasado de faena. Fue entonces, al iniciar un derechazo, cuando llegó la voltereta. En el suelo, la res hizo por él, y le corneó con saña. Se incorporó Domínguez muy maltrecho, pidió el acero y acabó con el animal de una estocada certera. Dio la vuelta al ruedo y pasó, por su propio pie, a la enfermería.
A un toro noble -Ruiz Miguel le hizo una faenita que encandiló a los mozos y le valió una oreja. En otro manejable, que acabó aplomado, recurrió a los zapatillazos, a las vueltas, a los péndulos y todo ese repertorio ratonero.
Babelia
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