Serias diferencias en la OPEP sobre la necesidad objetiva de reducir el precio oficial del petróleo
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) estudia hoy en Viena la posibilidad de acordar una eventual reducción en el precio oficial del crudo, congelado en 34 dólares por barril desde hace más de un año. Pero, a la vista de las profundas diferencias e intereses que separan a los trece países miembros del consorcio petrolero en esta conferencia ministerial, todo hace prever que el consorcio se limitará a certificar el colapso momentáneo de la organización como cartel manipulador de los precios.
La clave de la conferencia ministerial de Viena la tiene, como ya es habitual desde hace dos años, el jeque Zaqui Yamani, ministro de Petróleo de Arabia Saudí, país que todavía es el primer exportador de crudo del consorcio petrolero. Antes de su llegada a la capital austriaca, sede de la OPEP, Yamani ha declarado que su país está dispuesto a rebajar sus propios precios si el resto del consorcio no cumple los acuerdos de la organización que les obligan a mantener un techo máximo de producción y a evitar descuentos y rebajas en las primas sobre el precio base del crudo.Yamani, que ha visto descender la producción de su país por debajo de los seis millones diarios de barriles, cuando hace tan sólo dos años vendía casi diez millones, ha señalado al semanario Middle East Economic Survey que Arabia Saudí podría recurrir a rebajar su precio con el fin de forzar al resto del consorcio a respetar los acuerdos. Esta virtual amenaza saudí va dirigida hacia productores como Irán, Libia, Nigeria o Venezuela, países que han roto por su cuenta y riesgo las cuotas de producción establecidas por la OPEP por medio de una política de reducciones extraoficiales en los precios.
En estos momentos, el consorcio está fuertemente dividido sobre la política a seguir en un momento en que el mercado mundial les es claramente adverso. Aunque la producción global de la OPEP se ha recuperado ligeramente sobre los niveles de principios de año, apenas llega a ser todavía de unos 20 millones diarios de barriles. Estas ventas, sin embargo, superan en unos 2,5 millones diarios de barriles el límite de producción establecido por el consorcio el pasado año, techo que se ha superado por la política agresiva de algunos productores que han ignorado los acuerdos del consorcio.
Baja técnica
Técnicamente, la situación del mercado mundial aconseja una reducción en los precios oficiales del petróleo, disminución que ayudaría a equilibrar el mercado sobre nuevas bases y que permitiría que la demanda se estimulara. Pero la atonía económica en el mundo consumidor y los procesos de reconversión iniciados por los países industriales en el sector energético han reducido la vital importancia que el petróleo tenía en sus economías.Por esta razón, la OPEP, después de aplicar políticas ciegas en el frente de los precios, que han provocado un incremento de los mismos desde 12 dólares por barril en 1978 a los 34 dólares actuales, se encuentra hoy ante la disyuntiva histórica de mantener una situación que a la larga va contra sus propios intereses o adoptar la iniciativa de recurrir a una reducción sustancial de sus tarifas oficiales.
Es difícil anticipar, si se conoce la actitud errática que este consorcio ha demostrado a lo largo de sus veinte años de existencia, cuál va a ser la política que adoptará en esta conferencia ministerial. Por de pronto, el comité de vigilancia de la OPEP, que se reúne con anterioridad a la conferencia para analizar los aspectos técnicos, recomendó el pasado viernes a los ministros que realicen nuevos esfuerzos para defender el precio oficial de 34 dólares.
Esto, en la práctica, significaría una nueva distribución de las cuotas de producción entre los trece productores y la renovación del compromiso para respetar el acuerdo sobre control de las ventas. Pero los compromisos de honor en la OPEP no parecen ser una especialidad de una organización que más que como cartel parece funcionar como un zoco árabe.
Ventajas del mantenimiento del precio
Lo curioso es que, desde el punto de vista de los consumidores, una rebaja sustancial del precio del petróleo provocaría más problemas de los que resolvería. Si bien una reducción del precio aliviaría al castigado consumidor occidental a la hora de llenar el depósito de su automóvil, la propia economía de los países industriales experimentaría serios desequilibrios con un barril de petróleo excesivamente barato.Por de pronto, el colapso del precio del crudo hundiría de nuevo a la industria del carbón, provocaría la insolvencia definitiva de países productores como México o Venezuela, cerraría por no competitiva la exploración petrolera en el mar del Norte, acabaría con los proyectos de sustitución de energías y el desarrollo de las nuevas y dejaría en la quiebra a más que alguna compañía distribuidora de productos petrolíferos.
Por otro lado, los productores, con excepción de los del Golfo, no pueden permitirse el lujo de reducir el precio del crudo. La mayoría de ellos conocen, desde hace dos años, cifras rojas en sus balanzas de pago y han tenido que empezar a endeudarse en los mercados de capitales para financiar sus necesidades de inversión y consumo. Los países más castigados, como Argelia, Libia, Irán, Iraq, etc., arrojarán este año un déficit combinado por cuenta corriente superior a los 36.000 millones de dólares mientras que los excedentarios, como Arabia Saudí o Kuwait, verán disminuidos sus ingresos de cerca 90.000 millones de dólares en 1981 a menos de 20.000 millones en este año.
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