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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La banca extranjera, en España

La reciente medida del Banco de España de incrementar a 2.000 millones de pesetas el capital mínimo para las futuras sucursales de bancos extranjeros que quieran establecerse en España ha sido interpretada, por unos, como una forma de disuadir la presentación de nuevas candidaturas, por considerarse que son ya demasiados los bancos extranjeros presentes en nuestra patria, y, por otros, como el restablecimiento del coste en dólares, con margen para futuros deterioros de la cotización de la peseta, de las condiciones impuestas hace cuatro años, cuando se autorizaron las primeras sucursales.A nadie escapa que la imposición de un desembolso de capital para una sucursal es puramente una medida de política económica y nada tiene que ver con su nivel de garantía, pues una sucursal es parte integrante de su casa matriz, con la que consolida sus cifras, y que es la que deberá mantener ratios consolidados satisfactorios que demuestren la solidez del banco en cuestión.

Por tanto, el desembolso de un capital en pesetas para abrir una sucursal se convierte para un banco extranjero en un mero riesgo de cambio, y la decisión de abrir o no estará basada en el coste que represente cubrir ese riesgo y en si las perspectivas de negocio, dentro de los objetivos prioritarios del banco, son suficientes para absorberlo y generar beneficios que justifiquen la inversión.

Sin pretender juzgar su validez o no, quiero llamar la atención sobre la preocupación que esta y otras medidas me producen, en cuanto que limitan la actuación de la banca extranjera en España. Así, un reciente decreto obligaba a los agentes de Cambio y Bolsa a llevar en el futuro un registro con los importes y nombres de los adquirentes de letras en Bolsa y de tenerlo a disposición de la inspección fiscal.

Es bien sabido que la banca extranjera fue la que diseñó y desarrolló este mercado, y que poco a poco todos los mercados paralelos de ventas de letras de cambio avaladas por banco estaban desembocando en la Bolsa de Valores, que veía incrementar los volúmenes contratados semana tras semana. Ha bastado la publicación de este decreto para que la contratación de letras disminuya drásticamente, y a menos que el Gobierno publique pronto las normas aclaratorias que parece tener en preparación lo conseguido en tres años podría desmoronarse en pocos meses.

La banca extranjera tiene necesidad de crear mercados que le permitan diversificar y asegurar fuentes de obtención de recursos. Al estar limitada a abrir un máximo de tres oficinas no puede, en modo alguno, competir con la banca española en la captación de pasivo, ni es su cometido hacerlo. Si consideramos que debido al objetivo económico del Gobierno de dejar crecer sólo en un 13% las disponibilidades líquidas en 1983, la liquidez del mercado interbancario será escasa este año, es importante para la banca extranjera el que no se le cierren mercados tales como el de letras en Bolsa.

Tampoco ayuda a la banca extranjera el impuesto de tráfico de empresas, que el tomador de dinero en el mercado interbancario debe pagar. Se llevan años discutiendo sobre su abolición sin resultados positivos hasta la fecha, aunque todo el mundo reconoce que su existencia impide el desarrollo y consolidación de este mercado, ya que con un 4% de coste en el lado tomador difícilmente puede un banco recolocar fondos tomados del mismo, y sin bancos que estén en ambos lados a la vez no puede existir un mercado sólido.

Vienen para quedarse

Se ha especulado mucho sobre las razones que mueven a bancos extranjeros a establecerse en España, y en general se ha caído en el error de creer que era para ganar un dinero fácil, importante y rápido. Me figuro que la apertura reciente de bancos europeos prestigiosos servirá para desmentir esta opinión, pues la coyuntura económica y empresarial actual no es ni mucho menos alentadora y las perspectivas para el año en curso no dejan lugar al optimismo. ¿Cuál es entonces la razón?

Yo diría que, en primer lugar, son razones a largo plazo: un banco extranjero cuando decide implantarse en un país que no es el suyo lo hace con idea de quedarse para siempre y, por tanto, planifica objetivos a largo plazo, coherentes con una política global del banco.

En segundo lugar, y no de importancia, está el reconocimiento de que España es parte integrante de Europa y que, por tanto, un banco que se precie de tener vocación europea no puede estar ausente de un mercado como el español, en el que antes o después deberá atender los servicios que su clientela europea solicite.

Finalmente, no debemos olvidar que España es el único país europeo con capacidad de volver a experimentar crecimientos espectaculares si un despegue económico mundial lo permitiera y que su especial relación histórica y cultural con Latinoamérica permite pensar que una vez restablecido el equilibrio económico en aquel hemisferio e incorporada España al Mercado Común éste utilice nuestra patria como puente para sus negocios con Latinoamérica.

Antonio Díez de Rivera es director general de la sucursal en España de Banque Bruxelles Lambert.

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