Los liberales, aún más a la derecha que los democristianos
Hace cinco meses, cuando el cambio de coalición en Bonn, los liberales (FDP) y su presidente, el ministro de Asuntos Exteriores, Hans-Dietrich Genscher, llegaron a las cotas más bajas de popularidad y credibilidad. Sólo un 3% se declaraba a favor del FDP, y desde entonces Genscher se ha convertido en el político más impopular de la República Federal de Alemania (RFA).Genscher consiguió imponer su línea en el Congreso del FDP de Berlín el pasado diciembre; hubo una especie de catarsis colectiva, con lloros y dimisiones, pero la purga dolorosa tuvo efectos positivos para el futuro del partido, que, liberado de su componente progresista, ha cambiado de rumbo en busca de una clientela política diferente, a la derecha incluso de los democristianos (CDU). Todos los votos son buenos, vengan de donde vengan y al precio que sea, parece ser el lema motor de Genscher y los liberales en la campaña electoral.
Genscher es un profesional de la política. Despreciado y atacado por muchos de sus antiguos amigos, la maniobra de cambio ha dejado huellas en su cara, marcada por nuevas arrugas, ojeras y expresión de disgusto y tensión. Genscher lucha arrimado a las cuerdas y, sabe que el resultado del 6 de marzo será decisivo para su futuro. Si el FDP no llega al 5%, Genscher tendrá que recoger sus cosas en el Ministerio de Asuntos Exteriores y marcharse a su antiguo bufete de abogado.
El semanario Der Spiegel describe el proceso de los últimos cinco meses del FDP "con un ritmo sin aliento y con dureza asombrosa; el jefe del FDP, después de la ruptura de la coalición el pasado otoño, echó a los que se oponían, asustó a los que dudaban y, con un partido formado por conjurados, oportunistas, resignados y convencidos, los unificó para una campaña eletoral en la que está en juego -todo o nada- la sobrevivencia"
Abiertamente capitalista
La maniobra del cambio de pareja exige del FDP una verdadera transfusión casi completa de votantes. Hace dos años y medio, con la promesa de apoyar la coalición social-liberal (SPD-FDP) y el Gobierno Schimdt-Genscher, el FDP consiguió el segundo mejor resultado de su historia, un 10,8% de votos. La gran mayoría de esos votantes los ha perdido el FDP, porque se consideran estafados por el cambio de coalición en Bonn.
La receta del FDP en la campaña electoral se basa en una vuelta a las posturas de una economía abiertamente capitalista, incluso a la derecha de la Democracia Cristiana (CDU/CSU), y reafirma las posiciones de un cierto liberalismo en política interior. Al mismo tiempo se presenta al FDP como un correctivo de la política exterior democristiana, como la posibilidad de frenar a Strauss.
Con esta doble línea de argumentación, los liberales tratan de arrancar votos de donde sea. Profesionales liberales, altos funcionarios y empresarios. Votantes temerosos de que una mayoría absoluta de la Democracia Cristiana y un ministro de Exteriores, Franz Josef Strauss, podían llevar a la República Federal de Alemania a aventuras peligrosas. Electores tradicionales del FDP, que se pueden calcular en una base fija de un 3%. Votantes conservadores en la República Federal de Alemania, pero que consideran que no se puede dar la mayoría absoluta a un solo partido y se debe buscar una corrección o una tercera fuerza. El FDP y Genscher no han vacilado en pedir abiertamente y de forma descarada el segundo voto al elector. El mecanismo electoral de la RFA concede dos votos a cada votante. El primer voto va a un diputado, es un voto personal por el diputado del distrito. El segundo voto es para un partido, para la lista presentada en el Estado por ese partido.
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