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Reportaje:

Joshua Nkomo: "Mi paciencia es tan inmensa como yo mismo"

Soledad Gallego-Díaz

Joshua Nkomo, líder de la oposición de Zimbabue, se ha refugiado momentáneamente en la capital británica, a la espera, dice él mismo, de negociar con su antiguo compañero y actual primer ministro, Robert Mugabe, su seguridad personal y su futuro político. El Gobierno del Reino Unido, que tiene buenas relaciones con su antigua colonia, ha ofrecido al molesto e inesperado visitante un Permiso de residencia de siete días y le ha exigido que no haga declaraciones políticas.

Nkomo, que tiene 66 años, es un antiguo luchador nacionalista al que pierde, dicen incluso algunos de sus amigos, su lentitud y el poco convencimiento que pone en sus acciones. Nunca ha mantenido buenas relaciones con Mugabe, líder del otro gran partido nacionalista, aunque aunaran esfuerzos a fines de los 70 para acabar con el régimen de aparheid de Ian Smith y proclamar la independencia. La guerra civil duraba desde hacía siete años y había causado casi 25.000. muertos. Nkomo, más moderado que Mugabe, era el candidato favorito de los blancos y de los británicos, pero no fue el favorito de sus compatriotas: Mugabe y el ZANU ganaron las elecciones.El líder de la oposición nació en Semokwe, al sur del país, y pertenece a la tribu de los ndebele, que es fuertemente minoritaria frente a los shona. Cuando vino al mundo, Zimbabue se llamaba Rodesia y era una colonia británica en la que menos de 300.000 blancos decidían la vida de varios millones de negros. Hijo de un maestro, estudió en Johannesburgo, pero volvió a Rodesia, a los 28 años, antes de acabar su licenciatura en ciencias sociales, para entrar a trabajar en el ferrocarril. Organizó un importante sindicato y se lanzó a la vida política dentro del Congreso Nacional Africano.

Nkomo hizo popular su pesada figura de gigante (pesa más de cien kilos) y su jocosa forma de hablar en muchos foros internacionales y se las arregló durante muchos años para no ser detenido en su país. Logró incluso que las Naciones Unidas, en contra de la opinión de Gran Bretaña, tratara del derecho a la autodeterminación de su pueblo y sobrevivió a las sucesivas prohibiciones de los partidos nacionalistas que iba creando. Sin embargo, una equivocación estuvo a punto de costarle su futuro político: en 1961 aceptó que la mayo ría africana tuviera sólo 15 de los 65 escaños de la Asamblea de Rodesia. La enfurecida reacción de su partido hizo que cambiara de opinión y que, en menos de diez días, lanzara una campaña en contra. A fines de aquel año, exiliado en Tanzania, creó el ZAPU, partido que aún dirige y que se basa en el apoyo de los ndebeles.

Nkomo alcanzó la popularidad en su propio país en 1964, cuando Ian Smith proclamó la separación de Rodesia del Reino Unido y obtuvo, en unas elecciones sólo para blancos, el cargo de primer ministro. La primera decisión de Smith fue encarcelar a Nkomo en el campo de Gonakudzingwa, donde permanecería recluido casi diez años.

Durante su larga detención, aislado de su familia y de sus amigos, la fama de Nkomo fue creciendo hasta el extremo de que en 1965 el primer ministro británico Harold Wilson pidió que. le llevaran a Salisbury (hoy Harare) para entrevistarse con él Nkomo era ya uno de los padres del futuro Zimbabue, y cuando lan Smith, comprendió que nada podría parar la expulsión del poder de los blancos, se volvió hacia él p ara encontrar una solución pacífica.

Nkomo nunca se sintió cómodo en el Gobierno Mugabe, del que fue expulsado hace dos años, y continuó siempre desarrollando su propia política, al margen de la oficial. Los últimos acontecimientos parecen haber agotado la paciencia de Mugabe. "La mía", dice Nkomo, "es tan inmensa como yo mismo". El líder zimbabuo ríe a grandes carcajadas cuando le preguntan sí es cierto que abandonó su país disfrazado de mujer: "¿Cree usted que puedo disfrazarme de nada con esta facha? Salí por la frontera de Botswana sin pasaporte, pero sin ocultarme, y pienso volver a mi país".

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