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Andrei Gromiko no asistirá la asamblea de la ONU por el boicoteo a Aeroflot

El jefe de la diplomacia soviética, Andrei Gromiko, decidió ayer no asistir a la próxima asamblea anual que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debe celebrar en Nueva York después de que los gobernadores de los Estados de Nueva York y Nueva Jersey reiteraran el boicoteo vigente en sus aeropuertos contra la compañía Aeroflot, que debía fletar el vuelo especial en que viajaría Gromiko, informa Félix Bayón desde Moscú.

Ayer tarde, la agencia oficial soviética Tass difundía una agria nota en la que daba a conocer esta decisión, a la vez que criticaba duramente a las autoridades de Washington y ponía en entredicho la conveniencia de que los cuarteles generales del organismo internacional se encuentren en Nueva York. El Gobierno norteamericano rechazó ayer las acusaciones de Tass diciendo que "EE UU es consciente de sus obligaciones internacionales y no tiene ninguna intención de impedir la llegada de Gromiko a la ONU".Tass afirmaba que las autoridades norteamericanas han "violado las normas internacionales generalmente reconocidas", no garantizando "la seguridad del jefe de la delegación soviética en la Asamblea General de la ONU" ni tampoco el aterrizaje ni el servicio al avión especial en el que éste debía volar de Moscú a Nueva York.

"La cuestión que surge", concluía Tass, "es si un país que no cumple sus obligaciones y no asegura las condiciones necesarias para que los representantes extranjeros participen en las tareas de la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas debe albergar los cuarteles generales de esta organización".

A juicio de los observadores, la ausencia de Gromiko del foro neoyorquino de las Naciones Unidas acaba con las escasísimas esperanzas existentes de reanudar el diálogo Este-Oeste, abortado bruscamente a comienzos de este mes -justo cuando se vislumbraban algunas perspectivas optimistas-, después de que un caza soviético derribara el jumbo comercial surcoreano que implicó la muerte de 269 personas.

El programado encuentro en la clausura de la Conferencia de Madrid -la pasada semana- entre Gromiko y su colega norteamericano, George Shultz, fue unánimemente considerado como un completo fracaso y se desarrolló en un clima de gran tensión.

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La ausencia de Gromiko refleja su voluntad de responsabilizar a EE UU de la tensión mundial

Viene de la primera páginaLa posibilidad de que ambos volvieran a entrevistarse en los pasillos de la Asamblea General de las Naciones Unidas era considerada, si no con gran optimismo, sí al menos como una oportunidad más para el reinicio del difícil diálogo entre ambas potencias.

La decisión soviética refleja, según los medios diplomáticos occidentales en Moscú, la voluntad de los dirigentes de la URSS de hacer a Estados Unidos responsable a los ojos del mundo de este nuevo deterioro en las relaciones de las dos grandes potencias

En Moscú se recuerda ahora el optimismo, existente hace aún menos de tres semanas, cuando los dos encuentros previstos entre los jefes de la diplomacia de Estados Unidos y de la Unión Soviética -en Madrid, primero, y en Nueva York, después eran interpretados como presagios que podían anunciar una nueva edición de la distensión e incluso una cumbre entre el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan y el líder de la Unión Soviética, Yuri Andropov. El incidente del jumbo enterró todo pronóstico optimista, y sus repercusiones continúan prolongándose hasta hoy.

Ayer, precisamente, la agencia Acial soviética Tass hacía público su comentario a la reunión celebrada en Montreal por el consejo de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que se cerró con una resolución en la que se convocaba una investigación imparcial sobre el incidente, a la vez que, se vertían críticas a la postura observada por la Unión Soviética durante el consejo de la organización.

Esta resolución era calificada por Tass de "tendenciosa", y secdecía que fue adoptada "bajo presiones de Estados Unidos y algunos de sus aliados".

Como era de esperar, la agencia oficial de información soviética Tass insistía en la tesis oficial del Kremlin de que el jumbo surcoreano era un avión espía que violó "la soberanía de la URSS y las normas internacionales de navegación aérea".

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