Gonzalo Madrid: "Nadie tiene la solución del almacenamiento de residuos de alta actividad"
El Gobierno, recuerda Gonzalo Madrid, vicepresidente y director general de la Junta de Energía Nuclear (IEN) desde el pasado mes de febrero, se ha manifestado públicamente contrario al vertido de los residuos radiactivos en el mar, lo que implica necesariamente que se debe prever su almacenamiento en tierra.
"Con un plan nuclear de la dimensión del español", manifiesta Gonzalo Madrid, "se necesita abordar una serie de medidas institucionales de cómo va a ser el proceso de gestión de los residuos para garantizar que se va a desarrollar correctamente".
"En el diseño de la propuesta presentada al consejo de ministros, un tema que preocupa mucho es asegurar que la sociedad en sentido amplio tiene unos mecanismos racionales para controlar que la gestión de los residuos se hace de forma correcta", señala Madrid, ingeniero industrial y economista" que procede de la división de electrónica e informática del Instituto Nacional de Industria, donde ocupaba el cargo de director de planificación y control de gestión.
Entre estas medidas están unos procedimientos estrictos de control público, en resumen, el control del Parlamento, una comisión de vigilancia específica para los planes a largo plazo y una planificación de costes, que revertirán sobre el usuario por vía del establecimiento de un canon sobre el kilovatio/hora de origen nuclear.
Para asegurar que la producción de esta energía incluya desde el punto de vista económico la parte final del ciclo de combustible, se establecerá una política general de precios que los cubra en el caso de otras industrias.
Además de la gestión de los residuos, hay otro tema básico: la elección de los emplazamientos.
"Se deben elegir, al menos, dos emplazamientos, uno para residuos de baja y media actividad y otro para residuos de alta actividad, y esto va a plantear muchos problemas", señala el director de la JEN.
"La única forma de racionalizar este problema es que con rango de ley se fijen muy detenidamente los criterios y procedimientos por los que se va a llegar a la decisión de elegir los emplazamientos".
"Esto no soluciona el problema totalmente", argumenta el director general, "pero sí se elimina una base de no aceptación, que es la sensación de que es una decisión subjetiva. El problema es suficientemente importante para que se tomen todo tipo de precauciones y se tenga la seguridad de que la solución adoptada finalmente es la idónea".
20 años de búsqueda
Esta solución, sin embargo, no es fácil ni va a producirse en un futuro inmediato.Las condiciones que debe tener un emplazamiento de este tipo no están determinadas internacionalmente, y la búsqueda de un emplazamiento definitivo para residuos de alta actividad puede muy bien llevar 20 años, periodo que se acorta a cuatro o cinco años para los residuos de baja y media actividad.
"Es un tema que se ha descuidado", señala Madrid. En lo que se refiere a los residuos de baja y media actividad, el director de la JEN estima que no existen problemas técnicos para mantener almacenados estos desechos de forma que no representen peligro alguno, de forma similar en cuanto al aspecto técnico a como lo están en la actualidad.
El primer paso, considerado urgente, será determinar un emplazamiento adecuado, y almacenarlos todos juntos en naves, sacándolos de las centrales donde ahora están, mientras se determina un emplazamiento definitivo y su posible enterramiento en él.
En cuanto a los residuos de alta actividad, "nadie tiene todavía la solución idónea y, sobre todo, definitiva".
Y precisa: "Se están haciendo pruebas en minas de sal, en formaciones geológicas profundas, de granito, arcilla y salinas, pero no se ha establecido una solución tipo".
La evolución previsible es la siguiente, según Madrid: "Dado que no existe una solución definitiva aceptada internacionalmente, no tenemos por qué hacer la elección ahora. Aunque el tema se replanteará, supongo que de aquí a 10 años, permanecerán en las piscinas situadas en las centrales nucleares. Pasados esos 10 años, si se ha localizado un posible emplazamiento definitivo, lo lógico es que pasen a ese emplazamiento en forma de contenedores o dentro de una piscina centralizada, dependiendo de cómo vayan las investigaciones sobre la mejor solución en ese momento, a la espera de que se encuentre un método definitivo de enterramiento".
La oposición gubernamental a los vertidos en el mar se basa precisamente en la irreversibilidad de la acción, porque, como señala Gonzalo Madrid, "mientras no se tenga una solución definitiva hay que permitir la posibilidad de manipulación", y dicha solución aún no se ha encontrado.
Cuando mueren las centrales
La primera central nuclear que entró en funcionamiento en España fue la José Cabrera, situada sobre el Tajo, en Zorita de los Canes, provincia de Guadalajara.Su comienzo se produjo a finales de los años sesenta y recientemente ha sufrido una revisión completa al cumplirse los 15 años de funcionamiento. Será, por tanto, la primera central española que habrá que cerrar.
"La fecha de desmantelamiento de Zorita, como la de las demás centrales nucleares, no está todavía determinada", asegura, sin embargo, Madrid, "aunque su vida útil media está estimada en 25 años".
Es previsible que dentro de 10 o 15 años Zorita sea el primer cementerio nuclear español. Según prevé este director general, "el proceso de desmantelamiento empieza con cinco años de enfriamiento de la central, durante los cuales no se toca nada. Posteriormente, todo el material contaminado se trocea y se trata como residuos de baja y media actividad, y por eso en la previsión de residuos se tiene en cuenta como hipótesis razonable el desmantelamiento de centrales con una cifra de 75.000 metros cúbicos, aunque todavía no se haya fijado fecha para ese desmantelamiento".
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