Manuel Sáez Messía
La vital subsistencia de un pintor que se niega a seguir la moda
Los temas de su pintura son personajes de interiores, de los bares y restaurantes que él ha podido observar detenidamente durante su tiempo como camarero. Son individuos, de colores calientes apagados que ocupan siempre un mismo lugar en los bares que frecuentan Junto a ellos están colgados los cuadros de la colección dedicada a la tauromaquia, el tema que más le apasiona a Manolo S. Messía "Los toros son la vida. Cuando el toro sale a la plaza, todo se transforma. La vida es más dura, más poética y más auténtica para los que voluntariamente han decidido entrar en la plaza".
Manuel S. Messía asegura que vive -regular a veces, fatal otras- de la pintura y que, para poder subsistir, ha tenido que compaginar su dedicación al lienzo con otras ocupaciones de las que, lejos de afectarle negativamente, ha aprovechado para aprender de la vida misma. Porque él, el segundo de siete hermanos, a los 16 años dejó de estudiar forzado por problemas económicos familiares y porque los libros tampoco le decían mayor cosa.
Dice que, a la vez que tres de sus mejores amigos, sintió que la marina le llamaba y se enroló como telegrafista. "Ahí empezó mi auténtica escuela, porque ya no paré. Después de un año en la marina, estuve una temporada viviendo en Cádiz y me dediqué a dibujar". La temporada gaditana terminó con un imprevisto viaje a París. Y allí, en un año, dice que aprendió más que en toda su vida.
París y los toros
"Mis escuelas vitales y profesionales han sido París y los toros. En París conocí a Jesús Ynfante, a Agustín García Calvo; gente de la que yo no sabía nada, pero que humanamente me interesaban mucho". Y de París se fue a Túnez «después de una decisión tomada en tres horas.Allí vivió a ritmo anfetamínico otro año largo. Con dos amigos, organizó una agencia de publicidad en la que hacían calendarios y tarjetas de visita. Y además seguía haciendo dibujos. En Túnez vendía sus dibujos por la calle, pero además tuvo la primera oportunidad de exponer, en el Centro Cultural de España.
Ya en 1976, tras la muerte de Franco, volvió a España. En Madrid dice que sufrió la crisis más fuerte de su vida. No podía pintar porque no tenía temas ni ganas. A base de terapia amistosa consistente en desbarrar impunemente ante amigos con ganas de soportarle, y ya trabajando en la hostelería, consiguió recuperar el equilibrio y su propio lugar.
A la exposición del pub El Ratón ha traído una selección de los dibujos y cuadros realizados desde su vuelta a Madrid. Están sus temas de siempre: los toros, los bares y los inocentes (colección hecha en recuerdo de Yolanda González, "tan joven y tan ingenua"). Dice que, además de vender, espera la confirmación de una plaza de profesor de pintura en Móstoles, donde ya estuvo el curso pasado, y que la moda estética vaya a él, "porque yo no pienso variar ni temas ni formas".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.