Una 'cumbre' poco equilibrada
El avance que sobre los temas pesqueros y comerciales se produzca de aquí a finales de año servirá para medir, en realidad, el éxito o fracaso de la cumbre hispano-lusa del viernes y sábado pasados. De momento, a raíz de las conversaciones mantenidas en Lisboa, no son optimistas las perspectivas para buena parte de los negociadores españoles. La impresión que se saca en conversaciones con miembros de la Administración portuguesa y de la oposición política, es que la estrategia del Gobierno de Mario Soares de cara a la entrada en el Mercado Común es la de ir por separado, ir por delante y de presentar, sobre todo ante Francia, una imagen de que se está con las manos limpias de posibles acuerdos con España para presentar una presión conjunta.De ahí que la carta portuguesa a los diez haya sido anticipada casi un mes con respecto a la española y el que la entrevista solicitada por Soares a Mitterrand para el próximo día 24 -en la que, según ha dado a entender a miembros de la delegación española, va a conseguir desbloquear la entrada de Lisboa en la CEE-, lo que supone otro ejemplo a España de la solidaridad portuguesa.
El presidente español, que no quiso reconocer ayer en público que le sorprendió la anticipación por Mario Soares del envío de la carta, comprende que Portugal crea que "tiene el acceso más fácil". "A mi juicio", añadió, "a Europa se le caería la cara de vergüenza si tuviera que ratificar en los diversos Parlamentos el ingreso primero de Portugal en la CEE, antes que España", dijo Felipe González en Barajas. Sin embargo, ésta es una frase que ha repetido en varias ocasiones, pero donde por primera vez habla del proceso de ratificación, y no del anterior que es el de la firma, que parece que Lisboa conseguirá antes que Madrid.
La delegación portuguesa se ha negado a hablar de temas atlánticos, o del tema de la nuclearización o no de Portugal, suscitado antes de la cumbre por un malentendido con unas declaraciones del ministro Morán en la Prensa portuguesa. Aparte de considerar a España todavía a efectos prácticos como un no miembro de la OTAN, Portugal, con una vocación y dependencia más atlántica, no quiere tampoco comprometer sus posiciones con las del Gobierno español, porque tiene que renegociar ahora con EE UU el acuerdo militar de la base de Lajes, en las Azores.
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