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Estupefacción en Francia ante un escándalo financiero durante la presidencia de Giscard

Un rocambolesco escándalo deja congelados de estupefacción a los franceses. Hace siete años, cuando era presidente de la República Valery Giscard d'Estaing y Raymond Barre primer ministro, 500 millones de francos (cerca de 10.000 millones de pesetas) fueron exportados a Suiza y, según se descubre ahora, parece ser que en vez de servirle a una empresa del Estado, Elf Aquitaine, para construir aviones milagrosos, pudieron quizá ser repartidos entre una banda de estafadores, en el mejor de los casos.

En 1976, el holding Erap, que posee el 70% de la sociedad petrolera Elf Aquitaine, propiedad del Estado, se lanzó en un negocio redondo en apariencia. Una sociedad helvético-panameña le propuso la firma de un contrato para la construcción de aviones que podrían detectar yacimientos petrolíferos, uranio e incluso submarinos atómicos. La empresa en cuestión, Fisalma, fue apadrinada por el hombre más honesto de Francia, el ya veteranísimo Antoine Pinay, ex ministro de Finanzas.Pinay le recomendó el asunto a Giscard y Elf Aquitania cerró los ojos y transfirió a Suiza 1.000 millones de francos, de los que, después, el presidente de Elf iba a recuperar la mitad. A este último, cuando se hizo cargo de la sociedad ya le olió a raro el negocio de los aviones carismáticos, pero fue el ministro de Industria André Guiraud, en 1979, quien dijo "basta", aunque por entonces no se supo nada de la cuestión parece ser que al tratarse de asuntos relacionados con la defensa nacional merecían la etiqueta de secreto de Estado.

Ahora el secretario de Estado socialista de los impuestos, Henri Enmmanuelli, es quien ha descorrido la cortina, como consecuencia de investigaciones fiscales que revelaron el asunto. Entre las personas que entran en este juego figura el presidente del Tribunal de Cuentas, considerado como el modelo de la rectitud, y que confesó ayer que, en efecto, de las tres copias del contrato inicial que se cree contenía datos esenciales sobre los entresijos del negocio, él había tenido el ejemplar original, pero lo destruyó al abandonar su puesto, el año pasado. El primer ministro, Raymond Barre, estaba en Posesión de las otras dos copias, pero éstas han desaparecido de los archivos del Estado. Total, todas las sospechas han emergido a la una y han invadido la cabeza de los franceses con la pregunta capital: ¿a dónde fue a parar el dinero?

Ayer, el ex presidente de la República Giscard d'Estaing se declaró "escandalizado" por la "explotación politicastrera" que, a su vez, se está haciendo del asunto, y dijo que no tardando diría lo que tiene que decir. El tema va a dar de sí. Barre, el primer ministro de aquella época, también afirma que se manifestará sobre la cuestión con la conciencia en las manos.

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