Ópera y toros
El señor Umbral, en el umbral de la decadencia literaria, magnifica la insensibilidad feroz de la corrida de toros y arremete contra la exquisita sensibilidad de la ópera. Pregunto: quien se conduce así ¿es un epígono de la cultura, de la incultura o de la contracultura?Siempre creí que una de las razones por las que a Madrid le falta teatro de la ópera es porque le sobran plazas de toros. Esta falta no puede ser más sonora, pues Madrid es la única capital de Europa que no dispone de un palacio-teatro para la ópera. No sé si el señor Umbral se habrá inspirado en la celebérrima parodia de los hermanos Marx; la anécdota puede ser clasista, pero la música es una categoría y, para los moscovitas, el teatro Bolshoi, sigue siendo el gran teatro. En la propia Nueva York sería un insulto zaherir a la ópera en beneficio del boxeo.
Es una verdadera pena que se creen escuelas de tauromaquia cuando nuestros niños de EGB no estudian como disciplina obligada la música, que es "el lenguaje universal de los seres humanos". Estos signos de tercermundismo cultural nos sumergen cada vez más en un retablo regresivo, mas el señor Umbral no lo entiende así, y tilda a la ópera de "mostruoso anacronismo". Lo tristemente cierto es que no existe en toda Europa un espectáculo más anacrónico que las. corridas de toros, y lo paradójicamente venturoso es que la ópera de vanguardia es hoy, ahora mismo, una de las quintaesencias de la cultura europea, en la que brillan tantos talentos españoles. En virtud de los escritos del señor Umbral, cabe colegir que cuando este señor visita Europa sólo frecuenta los espectaculos porno-truco-violentos.
El que fue divo de la izquierda divina presta un flaco servicio a la auténtica izquierda de España. Aquel que vive como la derecha más putrefacta, entregado siempre a la evasión del más grosero consumismo, acaba por ser víctima del embotamiento mental y confunde la ética de las ilusiones con la compraventa de los tópicos.
Churchill, De Caulle, Adenauer, Gorki, el propio Lenin, todos fueron amantes de la ópera. ¿Homologar la ópera con los toros? Es tan absurdo como homologar la penicilina con el tabaco. La verdad es a veces tan obvia que casi produce rubor el tener que defenderla.- Asociación contra la Crueldad en los Espectáculos,
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