Los peligros de las sectas
La Clave del pasado 20 de julio, dedicada a sectas, resultó cuando menos inquietante. Asistimos al espectáculo nada aleccionador de un líder de los Testigos de Jehová que justificaba delirantemente la entrega a la muerte de menores por no recibir transfusiones de sangre, mientras olvidaba que su secta, en 1934, consideraba las transfusiones como buenas, para opinar lo contrario en 1945. Al presidente de los Hare Krishna, que nos leía una carta de madre agradecida que ya le he escuchado leer en media docena de ocasiones; a una miembro de Nueva Acrópolis, que fluctuaba, según las circunstancias, entre la simpatía o el reproche a las sectas y a la inasistencia de miembros de otras sectas no menos peligrosas que las citadas. No quisiera que nadie me encasillara mal.Como profesional del Derecho creo que es obligatorio: primero, una investigación exhaustiva del tema que deje al descubierto y sancione la utilización de personas en violación de todos los principios laborales que proporcionan jugosos beneficios a su organización, bien sea vendiendo La Atalaya casa por casa, bien casetes de música india por la calle.
Segundo, que se establezca claramente el grado de manipulación existente en estas sectas, bien en estadios multitudinarios, bien en comunas (el dato del doctor Jolyon West, que ha tratado psiquiátricamente a miembros de sectas, es escalofriante) y se tipifique su penalización contundente.
Tercero, que se informe terminantemente a la juventud de los peligros de las sectas.
Como persona creyente y perteneciente a una minoría religiosa hasta hace poco perseguida, creo esencial que se desenmascare a tantos que, tomando a Dios como pretexto, engañan, explotan, anuncian oníricamente el fin del mundo desde hace más de un siglo y manipulan a seres humanos rompiendo toda posibilidad de comunicación con su medio normal e incluso dejándolos morir en graves circunstancias.-
abogado y pastor evangélico.
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