El trasplante de corazón no es más difícil que otras operaciones cardiacas, según el doctor Figuera
Los trasplantes de corazón no son mas difíciles que otras operaciones de cirugía cardiaca , señaló ayer el cirujano Diego Figuera Aymerich, que dirigió el amplio equipo autor del trasplante de corazón a la niña de 11 años María Dolores Ortega, el pasado viernes, en la Clínica Puerta de Hierro, de Madrid.
"La evolución de la niña es muy buena, por ahora. La acabo de ver, está sentada en un sillón, sonriente, ha desayunado, creo que bien, aunque no le puedo decir, y esperamos que no se presenten problemas". Diego Figuera repetía ayer este parte médico, asediado por las llamadas de los medios de comunicación, que querían conocer el estado de la receptora más joven de un corazón en España. Figuera, que es jefe del Servicio de Cirugía Torácica y Cardiovascular, estaba un poco asombrado ante este asedio, pero piensa que las precauciones del Ministerio de Sanidad y Consumo ante una posible carrera de trasplantes son algo exageradas. "La operación no es más difícil ni más cara que otras que hacemos todos los días en este servicio, y cualquier hospital que pueda hacer cirugía cardiaca con circulación extracorpórea debería ser autorizado para hacerla".
Recalca, sin embargo, la complicación que supone utilizar dos quirófanos al mismo tiempo, y la gran colaboración que ha recibido el equipo de cirujanos de otros especialistas del hospital.
Figuera explica que el retraso que este tipo de operaciones tiene en España, como en otros países, es achacable directamente a que no se podía disponer hasta hace unos meses de la droga ciclosporina, que hace disminuir las posibilidades de rechazo del órgano trasplantado. Esta droga se encontraba en fase experimental, y sólo se había permitido su uso en determinados hospitales, la mayoría de ellos norteamericanos.
Cuando se pudo disponer de la ciclosporina, algunos de los hospitales españoles que tenían ya en marcha un programa de trasplantes pasaron a la acción. La Clínica Puerta de Hierro, que pertenece a la Seguridad Social, llevaba dos años preparando una operación de este tipo con ensayos en animales.
La oportunidad surgió el pasado viernes, cuando ingresó una niña de 13 años con hemorragia cerebral, cuyo familiares aceptaron donar sus órganos -corazón y riñones-. La receptora, María Dolores Ortega, había venido de Granada. Pesaba sólo 21 kilogramos y tenía una miocardiopatía congestiva en fase terminal, una enfermedad de origen desconocido que se le había empezado a manifestar hace año y medio. Los médicos sólo le daban cuatro semanas de vida.
La calidad de vida de un paciente después de un trasplante es bastante buena, en opinión del doctor Figuera. "Tienen que someterse a medicación antirrechazo y a biops¡as periódicas para controlar el grado de rechazo. Algunas veces el nuevo corazón se deteriora a largo plazo, pero existe la posibilidad de un nuevo trasplante".
Sin embargo, la escasez de donantes y la propia urgencia de la Operación hace que los médicos no hagan el exhaustivo estudio de compatibilidad entre donante y receptor que se hace, por ejemplo en los trasplantes de riñón, con lo que la posibilidad de rechazo es mucho mayor que en éstos.
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