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Marguerite Duras califica de "hecho político" la concesión del Goncourt a su novela

El mundillo literario francés vivió la noche del lunes el acontecimiento del año, el Premio Goncourt, mientras que la ganadora, Marguerite Duras, permanecía escondida en la costa normanda, en el pueblecito de Cabourg, donde Proust vivió una parte de su frágil existencia. Marguerite Duras, bebiendo agua y merendando una manzana (poco antes de escribir la obra premiada, El amante, la bebida la empujó al borde de la muerte), recibió las primeras llamadas de amigos y calificó de "hecho político" el que le hayan concedido el galardón.

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El jurado del Goncourt entiende que el libro de Duras. es "una obra maestra" y que coronando a su autora no han hecho más que reconocer a "un monumento que nunca había sido consagrado".De igual manera, poco más o menos, se ha recibido en Francia lo que sin duda alguna representa el acontecimiento literario del año. La crítica se ha volcado con El amante, novela de 141 páginas, de formato de bolsillo, escrita con letra grande, que en pocas semanas ha alcanzado una venta de 250.000 ejemplares.

El mundo entero se ha interesado inmediatamente por aquel tramo de la vida de Duras, contado en el libro, cuando vivió su primer amor con un chino millonario, a los 15 años de edad, y en Estados Unidos, donde se mira la literatura francesa por encima del hombro, cinco editores se han pegado prácticamente para conseguir los derechos de autor, y otro tanto ha ocurrido en la mayor parte de países de todo los continentes.

El día del Goncourt se parece aquí al de una elección presidencial: las casas de edición, como los partidos, organizan fiestas para toda la mafia literaria y aledaños, donde se cotillea y se critica y hasta se informa. Minuit la editora de El amante, rompió la tradición en esta ocasión: "No vamos a celebrar esto como si fuese el 14 de julio", dijo Jerôme Lindon, el creador de esta casa que hace ya más de un cuarto de siglo echó a rodar por el mundo a Samuel Beckett, que después iba a ser Premio Nobel, y a Claude Serraute, otra mujer que, como Duras, penó tanto como su patrón-editor, que nunca tuvo una perra en el bolsillo.

Por eso el segundo ganador del Goncourt, esta vez, también lo ha sido Minuit, que probablemente saldrá de apuros aunque sólo sea por algún tiempo.

No se considera improbable que anteayer, con una gran dosis de picardía, el jurado Goncourt premiara a El amante y a su autora Duras (40 años de profesión y de éxito mundial, aunque minoritario) no para consagrar a la escritora, sino para restaurar su prestigio por cuenta de ella.

Duras, en todo caso, dice: "Los miembros del Goncourt me han dado el premio porque han creído posible dármelo; porque no han encontrado una razón para rechazármelo". Añade que se ha otorgado el premio para revelar una cierta literatura, pero que anteayer se razonó posiblemente de otra manera "al dar el Goncourt a un libro que merece el Goncourt": todo esto, es lo que ella califica de "un hecho político".

Así como El amante fue fácil de elegir como el mejor libro (concurrían también una novela de Bertrand Poirot-Delpech, crítico literario de Le Monde, y una del ex nuevo filósofo Bernard Henry-Levy), no ocurrió igual con La plaza, la novela de sólo 114 páginas de otra mujer, Annie Ernaux, profesora, que consiguió el Renaudot tras 15 votaciones. Como el de Duras, la novela de esta mujer, que no hace más que contar su vida, también esta vez es autobiográfica, lo que parece responder, si se piensa también en El amante, a ese género socio-económico-político-literario, que se ha bautizado como el "nuevo individualismo".

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