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Líbano teme un baño de sangre tras el repliegue israelí

La clase política y la Prensa libanesa estaban divididas ayer, tras la decisión del lunes del Gobierno israelí de retirar a su Ejército en tres etapas de Líbano meridional, entre la alegría suscitada por el próximo repliegue de las tropas de ocupación y el temor a que su retroceso provoque un nuevo baño de sangre entre los habitantes del sur del país.Todos los diarios coincidían, sin embargo, en afirmar, junto con el rotativo beirutí Daily Star, que, independientemente de sus consecuencias, el acuerdo adoptado por el Gabinete israelí significaba "el reconocimiento tácito de la derrota", cuya mejor ilustración fue el aumento, el mismo lunes, a 607 del número de víctimas mortales israelíes de la guerra.

Mientras el primer ministro, Rachid Karame, reiteraba el objetivo de su Gobierno de obtener una "retirada incondicional israelí" y restaba importancia a cómo se llevaría a cabo el repliegue, el principal périódico beirutí, An Nahar, se preguntaba, en cambio, si Israel "no preparaba una nueva maniobra para provocar acontecimientos sangrientos en el Sur, cuya responsabilidad hará recaer sobre el Gabinete libanés".

Tras el abandono por las Fuerzas Armadas de Israel, en septiembre de 1983, de las montañas del Chuf, la contienda civil libanesa experimentó un brusco recrudecimiento con la matanza de centenares de ciudadanos cristianos.

Ahora, el reducido destacamento militar enviado por el Gobierno libanés hasta el línmite norte de la zona de ocupación israelí para prevenir disturbios confesionales del mismo signo tras la próxima retirada, no ha podido ultimar su despliegue por culpa del Ejército invasor.

Sin pararse a examinar estos peligros, la prensa de izquierdas, encabezada por el rotativo comunista Al Nida, titulaba ayer en primera página que "sometido a los golpes de la resistencia nacional, Israel decidió retirarse totalmente", mientras el diario gubernamental As Saura, de Damasco, celebraba también la decisión de Tel Aviv achacable a "los latigazos infligidos por los combatientes de la resistencia".

La decisión israelí equivale, según se opina en Beirut, a formular un ultimátum de hecho al Gobierno libanés, que dispone de un plazo máximo de cinco semanas -fecha tope del primer repliegue- paraflexibilizar su postura y dar su visto bueno al despliegue de cascos azules de la ONU en los territorios abandonados por las tropas de Tel Aviv, y no sólo a lo largo de la frontera. Para discutir esta cuestión llegó ayer a Beirut, procedente de Israel, el secretario general adjunto de la ONU, Brian Urqhart.

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